lunes, 18 de mayo de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Albaicín nuestro

El Barranco – el Albaicín nuestro - merece un rato parte. Puedes entrar por la calle Postigo. El postigo era una pequeña portezuela que se abría en la muralla que rodeaba el castillo y luego, andando los tiempos, abrió una calle, estrecha y empinada, que se encarna en el corazón del caserío.

Lo que son las cosas. Originariamente bajaba de la muralla, pero cuando el pueblo varió de situación, quedó en orden inverso, pues asciende desde la Plaza Baja de la Despedía a lo alto del Barranco.

Es la más antigua de la población ya que aparece en el Libro del Repartimiento de 1486 y se la llama Postigo de la fortaleza y Postigo que entra al arrabal de la Villa. Poco después la llaman Postigo de Malpartida, refiriéndose a Cristóbal de Malpartida, caballero entre los vencedores a quien se le da casa lindera con el adarve. Durante el siglo XVII se llamó calle Bermúdez.

Por la calle Ancha, puedes subir a Las Torres, (para nosotros, el castillo son Las Torres).  Felipe Aranda, que es el autor de la foto, cazó a la luna una noche que se asomaba a la calle…

Cuando hayas superado el primer tramo, antes de llegar a la calle Churrete, (sugestivo nombre, ¿verdad?, pues no te quedes ahí la susodicha calle termina en el Llano de las Monas, ¿por qué? Ni idea). Te decía que por ahí también te puedes adentrar en el dédalo de casas apiñadas y ahíto de cal.

Vuelve sobre tus pasos. De nuevo, en la calle Ancha. No te diré cuándo ni dónde debes pararte. A ratos según la marcha se te cortará el resuello. Si cuando llegues a la Joyanca te da por mirar a la vega, el paisaje se abre. Un río manso y lento corre por tierras feraces. Va camino del mar, el Mediterránero; si miras a tu izquierda te sobrecoge la mole del castillo.

Si ya has subido, párate en la explanada de entrada antes de entrar. El castillo lo dejamos para otro día. Ahora, retira todo lo que tuviste de valor – te habrá impresionado el precipicio – y bájate por la calle del Carril. Ya bordeas la muralla y luego, cuando llegues a la calle, verás que este Albaicín nuestro es único, precioso, de eso que uno se encuentra, sin saberlo, cuando se da a andar los caminos…

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