DESDE EL LUGAR
Lectores de José Morales García
viernes, 26 de abril de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Paco Parras. De ahora mismo...
26 de abril, viernes. Jefe, acaban de llamarme el Mora y María Jesús. Me lo han dicho. Jefe, yo nunca hubiera querido escribir tu obituario. Bien lo sabe Dios. Fueron casi cuarenta años, codo con codo… Lloramos juntos cuando se nos fueron Ana, Fernando, tu Antonio, Miguel, Pepita… y ahora me dejas a mí para que yo llore solo. Sé que si ha sido así es porque no ha podido ser de otra manera porque tú siembre quisiste el bien para todos. ¡Eras demasiado bueno y nos diste mucho más, muchísimo más de lo que nosotros podíamos darte a ti!
He hecho mía aquella máxima tuya: “Lo que no hagamos por nosotros no lo va a hacer nadie”. Tu fuiste tan generoso que te diste en demasía. Dios te concedió una inteligencia natural por encima, muy por encima de la media y en tiempos duros de transición ¡qué bien nos supiste llevar a todos!
Maestro, amigo, hombre sabio con la inteligencia natural más grande que he conocido… Paco, de verdad, te lo digo, es ley de vida, pero esto no se le hace a los amigos.
Lloro a lagrima tendida. ¿Te acuerdas? Nuestro Manuel Alcántara decía que hay gente que se muere y gente que se nos muere. Tú estás ahí. Dentro de un rato, cuando te hayan traído físicamente me iré a sentarme a llorar junto a ti… Ahora lo hago delante del teclado. Ya ves, cosas que pasan. Pasa, también la película de nuestras vidas compartidas en los momentos de dolor y en los otros. Ahora, Paco, ahora te lloro como solo puede hacerse con alguien propio.
Hay gente que, obviamente, no te conoce. Voy a insertar un breve semblante de eso que se llamaba antes curriculum vitae. Francisco Pérez Parras. Docente. Nace en Álora en 24 de diciembre de 1936.
Ingresó en el Seminario Diocesano de Málaga el 1 de octubre de 1946. Un año después pasa al Colegio de los Carmelitas de Hinojosa del Duque (Córdoba) donde permaneció hasta 1949. El 1 de octubre de 1949 regresó al Seminario de Málaga donde estuvo hasta 1956.
Estudió Magisterio por “libre” en la Escuela de Magisterio “Gil Muñiz” de Málaga. Accedió al Cuerpo de Magisterio mediante concurso oposición celebrado en Ceuta, donde realizaba el servicio militar, el 4 de octubre de 1960. En 1961 tomó posesión de la Escuela Unitaria de Jimena de la Frontera (Cádiz). En 1963 desarrolló su labor docente en la Escuela Unitaria del Patronato Diocesano (40 alumnos) del Valle de Abdalajís (Málaga). En 1964 pasó a Álora, la Unitaria de “Casas Nuevas” integrada entonces en el Colegio Nacional Mixto “Díaz-Lanzac”. El 3 de diciembre de 1977 es elegido director, en las primeras elecciones democráticas, por el Claustro de Profesores y ratificado por la Administración, cargo en el que permanece hasta su jubilación en 31 de agosto de 2005, en el Colegio Público “Los Llanos”, siendo el director más antiguo y con más permanencia en el puesto de la provincia de Málaga.
En diciembre de 1979 (curso escolar 1979-80) cuando aún no se había aprobado el primer Estatuto de Andalucía, puso en marcha la Semana de Cultura Andaluza como una manera diferente de acceder, un alumnado en su mayoría procedente de zonas rurales, al acervo cultural del que forma parte. En febrero de 2003 la Junta de Andalucía le concedió la Placa al Reconocimiento al Mérito Docente.
Eso,
Jefe, es lo que dicen los papeles. Tus amigos, ya sabes, eso se nos queda a un lado, y ahora ahogamos los sentimientos en las lágrimas…
jueves, 25 de abril de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Rafael de Urbino
Las tres Gracias. Rafael de Urbino.
25 de abril, jueves. En el Renacimiento aparecieron
figuras de tal magnitud que, desde entonces, a pesar del tiempo transcurrido, algunos
no han sido superados por otros artistas posteriores. Los tres grandes de la
pintura fueron Leonardo da Vinci, Miguel Ángel y Rafael. (En otras facetas del
arte, también destacaron).
Las ciudades cabeceras del
movimiento artístico, Florencia y Roma tuvieron su máximo esplendor durante los
siglos XV y XVI. Eso no es obstáculo para que otras ciudades como Urbino, Pisa,
Siena, Bolonia, Venecia… no tuvieran un papel importante en la aportación de
artistas y en la creación de talleres que, en esencia, eran verdaderas escuelas
con estilo propio.
Rafael Sanzio, también conocido
por el lugar de su nacimiento, como Rafael de Urbino, hoy se estudia en la
Historia del Arte como Rafael. Su padre, también pintor, vio las
cualidades innatas que poseía y muy pronto lo encauzo por el mundo de la
pintura. Su madre murió cuando Rafael tenía ocho años; cuatro después, su
padre. Se crío a la sombra de un tío y de la madrastra, mujer de un segundo
matrimonio.
Comenzó a destacar en Urbino;
pasó a Florencia y luego a Roma. De todas las ciudades que aportaban muchísimo
al arte captó la esencia sin perder su sello personal. En Roma conoció a
Bramante, también natural de Urbino que le ayudó. Leonardo y Miguel Ángel
andaban en su gresca permanente de odio entre artistas.
Por mediación de Bramante se
cree que Julio II, sucesor de Alejandro VI y empeñado en borrar todas las
huellas del Borgia español, le encargó la decoración de las estancias vaticanas
y así pintó la Escuela de Atenas en 1508, considerada como su obra
principal.
Con anterioridad, en 1504 había
pintado en Florencia Las tres gracias. Un desnudo a todo color sobre
tabla que no alcanza más de 17 cm de altura. Ha pasado por numerosas manos…
Josep Pla dijo: “El brazo de la figura de en medio que sostiene la manzana
tiene una gracia turbadora intraductible a palabras, infinita”.
La muerte de Julio II no supuso
un corte en la producción de sus obras vaticanas. La llegada de León X, le concedió
continuidad apoyado con el cardenal Bibbiena, tutor del Papa; no obstante, no
se libró de la crítica de Miguel Ángel, en cuyas fuentes bebió, que decía que
todo “lo que era lo había aprendido de él”. Rafael murió un Viernes
Santo, en la misma festividad en que había nacido, con solo 37 años, en Roma,
corría el año 1520
miércoles, 24 de abril de 2024
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Palma
24 de abril, miércoles. Para
conocer la historia de una ciudad hay que remontarse, por lo menos hasta donde
nos permiten hurgar los papeles viejos. Nos llevan a sus cimientos. A veces
piedras amontonadas, un castillo desmochado, un poblado al pairo de los
vientos…
Durante catorce meses y un día
tuve la suerte de vivir en una capital de la isla y por tanto rodeada de mar
por todas partes. Me daban ropa, comida,
alojamiento y la capacidad de admirar cuanto de belleza se encierra en ella y
en sus alrededores.
Esa ciudad, Palma de Mallorca, siempre
asociada a piratas e invasiones, desde romanos hasta moros y cristianos me dio
muchas cosas. Una, eso que llaman felicidad – que obviamente no existe – pero
sí la capacidad del gozo. Otra, la de encontrarme con gente maravillosa que se me
abrieron y me dieron lo mejor de ellos mismos. Uno, en sus posibilidades, intentaba
corresponder.
Ciudad culta, elegante,
mediterránea y accesible. Algo impresiona del carácter de los palmesanos – o
del resto de los mallorquines porque no siempre es fácil separar hasta donde
llegan las lindes - como poco muy
arraigados a ‘sa roqueta’. Hay un dicho “cuando te mudas a Palma lloras
dos veces, una cuando vienes y otra cuando te vas.
No sé si lloré cuando llegué
aquella fría mañana del mes de enero de primeros de los años setenta…
- Tú y yo, me dijo Joan, me parece que nos
vamos a llevar bien.
Lo clavó el puñetero. Tan lo
clavó que hace más de cincuenta años que esa amistad echó raíces y arraigó.
Cantaba Jorge Sepúlveda una canción que venía a decir algo así como “qué
bonita es Mallorca”. No soy quien para desdecir a nadie. Si me lo permiten.
Se quedó corto…
De la mano de Joan conocí la
Prehistoria de la isla. Sus navetas no tienen secretos para él. Es un experto.
A mí me llevó en su lambretta y recorrimos tierras con una riqueza que
barre la tramontana o las brisas que vienen del mar.
De su mano fui a parajes
únicos. Todos tenían nombre propios: Lluc, Sa Foradada, Valldemosa, el Torrente
de Pareis, Alcudia, Illetas, Felanitx (su pueblo y un poco también mío)
Formentor, Soller, la Almudaina con la Catedral, el Born, Bellver, Son Dureta …
Palmo a palmo. Amamos las tierras porque amamos a su gente. Joan y Aina su
mujer me concedieron, además, el privilegio de ser su testigo de boda en la
Catedral (¡Ay, la Catedral, qué joya del gótico mallorquín!) una calurosa tarde
de agosto. Creo que no puedo llorar porque yo no me he venido de Palma…