domingo, 31 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las hojas del calendario



31 de diciembre, domingo. Volvieron, por otoño, los tordos al campanario.  Por el día se las andaban en los olivares; al atardecer buscaban el amparo de la torre. En los ficus del parque los gorriones con un gorjeo constante pugnando para conseguir un refugio más caliente y menos venteado.

Algunos árboles están desnudos. Han cumplido ciclo. En las atracciones suenan música y villancicos estridentes. Llaman a los niños… Siento melancolía.

Hemingway plasmó de manera magistral la soledad del viejo pescador de la Habana. Era el reflejo de muchos de nosotros ante la vida que nos ha alumbrado... He sentido en el tiempo que queda atrás las dentelladas de tiburones que navegaban en mi propia agua y, al mismo tiempo, el calor cálido del cariño de quienes me han arropado y me han dado lo mejor de sí mismos. Ahora toca arrancar – dicen – la última hoja del calendario.

Me fui esta mañana temprano a la huerta. La escarcha lo cubría todo. A medida que calentaba el sol el vaho subía a manera de nube. Daba la sensación de un paisaje de fantasmas. El amanecer (de hecho, ya había salido el sol) ha sido bellísimo y frío. Los pájaros, que son más madrugadores que yo, aún no habían decidido desayunarse, y esperaban su momento. ¿Dónde estaban los pájaros esta mañana?

Pasó un tren (¡cuántas ilusiones llevan dentro los trenes que pasan!) de los de Media Distancia, que son los que ahora circulan por esta vía infrautilizada. En el luminoso ponía: Santa Justa. Va a Sevilla. A su paso se han movido los hinojos secos de la trinchera.

El año se acaba. No es una novedad escribirlo el último día de diciembre. La gente se odia en Oriente próximo, (en otros sitios, también); América, la nuestra, despierta con un interrogante enorme sobre su futuro; la otra, la del norte, se consume en su egolatría. África, revienta; Asia, aguarda. Otros, a los quiero, sufren la soledad del desamparo, el amargor después de la ruptura, el hachazo de la injusticia y de muerte, el dolor físico de cuerpo o de la propia alma.

Arden unos leños en la chimenea. Bullen las ollas en los fogones de la cocina. Se afanan las mujeres. Quieren la perfección para esta noche. Brota en mí un deseo de que en el año que entra mañana sean ustedes felices, si pueden…

sábado, 30 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las pinturas del convento de Flores



30 de diciembre, sábado. Cuatro pinturas al fresco ocupan las pechinas de la capilla mayor en el convento de Flores. Representan a San José, Patriarca de la Iglesia universal; al apóstol San Andrés; a Santa Bárbara y a Santa Catalina.

Se encuentran en estado relativamente aceptable de conservación, con desperfectos propios del paso del tiempo y, aunque su estado no es preocupante, una restauración, por mano cualificada, sería muy recomendable para su perpetuidad y, al tiempo que facilitaría el goce, en la integridad de su belleza y simbología que aportan. La capa superficial acumula suciedad. Confiere a las pinturas un aspecto nebuloso y vela el colorido del conjunto original, sin duda muy vivaz, como suele ser en la pintura de la época con esta técnica pictórica.

Tenía el arte su cauce en la formación de los religiosos y de los fieles que acudían al templo. Su función, doble: ayudaba a la vivencia del itinerario espiritual del religioso que integraba la comunidad que habitaba el convento, y cumplía la misión de catequesis estimulando en el cristiano las virtudes, fortalecía su fe, visualizándosela y aumentaba su esperanza al hacérsela más cercana.

El arte ayudaba en el desarrollo del entendimiento, la memoria y voluntad. Todo ordenado para que los sentidos sean vehículo del adoctrinamiento emanado del Concilio de Trento, que se abre paso en la Iglesia, muy utilizado por las órdenes religiosas y como respuesta a la expansión protestante.

En el convento de Flores vivieron los franciscanos recoletos desde 1590, en que el Concejo llama a la Orden para hacer una fundación hasta 1835. La Ley de Desamortización decreta su salida. El primer superior, Fray Diego Gómez vino del convento de los Ángeles de Málaga; el último, Fray Antonio Estrada, de Álora. Tras la salida de la comunidad se integró en el clero secular del pueblo.

El convento de Flores, además de los frescos de la pechina, tiene un camarín de excelentes yeserías, muy posteriores a su construcción y donde recibe culto la Virgen, de igual nombre que la venerada en Encinasola (Huelva). Da nombre al santuario y al pago rural. Se atribuyen a José Martín de Aldehuela, maestro de obras llegado desde Teruel a Málaga de la mano del obispo Molina Larios.  La restauración de los frescos – además de garantizar su perpetuidad - podría aportar el nombre de su autor, hoy desconocido.

A raíz de los hechos sacrílegos del robo del Niño Jesús hace unos meses, la imagen de la Virgen fue trasladada a la iglesia de la Vera Cruz. ¿Hasta cuándo? No podemos desentendernos del Santuario…

 

 

 

viernes, 29 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Caríssimo

 


29 de diciembre, viernes. Y dijo Dios “Hágase la luz…” y la luz se hizo y entonces apareció la noche y la mañana y cada día, cuando se va el alba, nace el sol desde el otro lado de las montañas o en la espuma de nácar que las olas traen al rebalaje de la playa o en el cuito y en la voz de quien anuncia que “vela mientras él duerme”.

“Él” es Juan Ramón Caro. Acaba de alumbrarnos una obra excepcional. La ha titulado - porque juega con su apellido - “Caríssimo”. Mezcla su guitarra, o mejor, la sensibilidad de su alma que mueve los dedos para sacar los aspergios de las cuerdas de su guitarra. Nace una obra única, una obra para paladearla, para degustar, para entonar los ojos y decir: Gracias Dios mío por poner gente así en nuestro camino.

Juan Ramón, no conforme con todo eso, va y le une la voz humana: ¡Qué voces, por Dios, qué voces! Son Antonia Contreras, Miguel Poveda, Pilar Vergara, Yoli Fernández, Miguel Ruiz “El Pío”, Joaquín de la Bodega, Benito Moreno, Miguel Vergara, “El Pibri”…

¿Cabe más? Sí, cabe. Caben versos de Bécquer y una evocación a Ícaro que volaba tan alto, tan alto que se bebía el sol, y a Picasso, y las almenas de un castillo - ‘La bien cercada’ -, o la dureza de la mina, o las mareas que no son iguales en el Mediterráneo o en el Atlántico y ese temor de la mujer del marinero a la que se le hacen, largos, muy largos. Son los días cuando espera, con el miedo de quien no sabe qué puede venir y añora el regreso del amor que se difuminó en la lejanía del horizonte.

Juan Ramón tiene, en su obra, recuerdos a la gente que han hecho posible que su vida sea la que es: su madre Ana o su padre Juan Manuel; a Miguel Poveda; a Antonio Contreras – “mi Antonia” ¿y si él lo dice? – “cauce por donde fluye el río de mi existencia”. Y, repito ¿si él lo dice? Pues eso.

Evoca una planta el “Alyssum, propia del Mediterráneo, ese mar por donde vinieron las grandes culturas a Occidente y símbolo del valor más allá de la belleza que aporta paz y dulzor al alma. Como la aporta – digo yo – esta obra que nos acaba de regalar Juan Ramón Caro a la que no falta la esencia de algo que no se puede definir en un puñado de letras porque es la esencia de un pueblo y la que hemos dado en llamar ‘Flamenco” que hace compás y vida con la guitarra de Juan Ramón Caro, siempre, y ahora en Caríssimo

jueves, 28 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Gentío

 

                                                


Por un casual ¿ustedes han escuchado un Villancico que habla de un burrito sabanero que va camino de Belén? Sí, ese que escribió el venezolano Hubo Blanco en 1972 y que ha dado varias veces la vuelta al mundo…  Ya se sabe si todos los caminos llevan a Roma, alguno tiene que pasar por Belén, ¿o no?

¿Han escuchado algo de una campana que estaba sobre otra campana? Sí ese que dice que campana sobre campana y sobre campana una y que, si quieres ver al Niño en la cuna, o sea chiquitito, pues hay que asomarse a la ventana (sin caerse, claro). Dicen que ese Villancico nació en nuestra tierra a principios del XX, es decir, que ya tiene su tiempo… ¿Tampoco?

¿No saben de esa llamada a María para que venga corriendo porque el chocolatillo se lo están comiendo? ¿Qué no? No me lo puedo creer. Es el estribillo de uno que dice que hacia Belén va una burra – se ven que no habían leído a Juan Ramón – cargada de chocolate. No sean mal pensado. Chocolate del que viene en envuelto en papel de plata…

¡Ay, cómo se puede pensar mal si estamos en Navidad! Cuando en el fondo lo que sabemos es que hacia Belén va una burra y un burrito sabanero, que no conocemos si era hijo de la burra o es que pasaba por allí. Por cierto, yo he pasado, bueno para ser más preciso, me he acercado a calle Larios, porque eso de entrar es imposible.

Allí he sabido eso de la burra y el pollino (“Burra que tiene pollino, no va derecha al molino”, dice el refrán) y del chocolate y de un alumbrado impresionante y de un gentío que te lleva como si fuera la bulla de Semana Santa (¡leñe que acaba de nacer y queremos ya cargárnoslo) y hace que en Málaga no se pueda ni andar…

- ¿De qué vas a escribir hoy? Me ha preguntado mi amigo Jaime con quien he echado el día.

- Ni idea, le he dicho, a ver cuando llegue a mi casa…

Y ya ven uno llega con la música de Navidad en los oídos y con el recuerdo de algún que otro amigo que tenía que haber compartido mesa y mantel (pero también estaba colocado) y  se pone a hilvanar palabras. Nos hemos acordado de ti, maestro Alcántara, cuando nos enseñaste que escribir era llevar palabras de la mano…

miércoles, 27 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Verdiales: baile, cante y otras cosas


 


                                      ¿Primeros verdiales en Pompeya?

 

27 diciembre, miércoles. Desde sus inicios los Verdiales no lo han tenido fácil. Su reconocimiento social – las luces de calle Larios ‘han bailado’ por Verdiales en 2023 – ha tenido un durísimo camino. Desde su propia subsistencia hasta su aceptación han transitado por un camino de sombras y luces.

Los Verdiales son cante, baile y una manifestación de todas las expresiones que pueden brotar dentro del ser humano. Sus raíces muy antiguas. Abunda la creencia que un mosaico aparecido en Pompeya puede ser un fiel reflejo del cante y baile por Verdiales. La mayoría de los autores dicen, que  “las muanzas” son una herencia árabe.

Las letras pueden  ser:

Zumbonas: “Rafael formando fiesta / Pepe en el cuarto metío, / la pájara dando vueltas, / hasta meterse en nío, / y yo con el ojo alerta”.

Llenas de poesía: “Cuando florece el almendro / en los campos de Almogía / parecen palomas blancas / cuando van de romería”.

De amores, que a ojos vistos, estaban al alcance de todos: “Los enamorados piensan /piensa y no piensan bien/ que nadie los está viendo / y to er mundo los ve”.

De despecho: “Me mandaste a decir / que por Dios que te olviara / cuando el parte me llegó / ya de ti ni me acordaba”.

Otras trasmiten dolor y pena; congoja y desconsuelo; abatimiento y pesadumbre: “Cada vez que paso y miro / el sitio donde te hablé / me dan ganas de sentarme / y estarme un ratito en él”.

Fanfarronas, faroleras: “Tengo una novia en el Valle / y otra tengo en el Lugá” / y otra tengo en los Lagares / y otra que me voy a buscar / pa tené dos o tres pares”.

Cuando no, echan mano al entorno donde se vive: “La adelfa en el mismo río / todo es frescura y color / ¡Qué lástima que a la adelfa / Dios no le haya dado color”.

O sale a relucir la pasión enamorada a través del piropo: “¿Para qué te pones flores / si tu no las necesitas ¿/ ya que entre todas las flores eres tú la más bonita”.

A veces, es una exposición de la realidad social: “En el arroyo Rabanero / el dinero es el que pita / se echa una novia un obrero / viene un rico y es la quita”.

O sublima el momento, como cantó el verdial de Comares: “Viva Dios que nunca muere / y si muere, resucita / viva la mujer que tiene delgada la cinturita”…

¿Hay más? Por supuesto,  pero por hoy…

 

martes, 26 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Verdiales


                                  


26 de diciembre, martes. Pasada, la Navidad, se celebraba – y se celebra- la Fiesta de los Tontos. Pandas de verdiales recorrían cortijadas y pedanías. Hasta bien pasado la segunda mitad del siglo XX era fiesta propia de Los Lagares y no cruzaban el río.

Los expertos hablan de tres estilos: Montes, Comares y Almogía. Aquí, por proximidad, imperó el último. Se extendía, también, por las Yeseras de Cártama, Cuesta de los Pablos, Majavieja, Ermita de las Cruces, El Chopo , las Moras, Arroyo Ancón, La Madrileñas, los Lantiscares, Espinazo, Chozas del Cerro, Lomas de Rojas, El Torcal por Jévar, Villanueva de la Concepción , Ermita de Jévar y las Palomas. Desde hace unos años han surgido pandas en la Barriada de la Estación de Álora, Valle de Abdalajís…

Pepa Guerra me dijo en una ocasión que “tonto” era el nombre que recibía el fiestero. En su vestimenta resaltaba la aparatosidad del sombrero (hoy lo llevan muy pocos, ¡una apena!). Lo debía bordar la madre o la novia, y lo lucía orgulloso en la fiesta.

Ese sombrero era de paja (si te digo que he visto a uno, omito el adjetivo que se me vino a la cabeza, luciendo un sombre cordobés y un pantalón vaquero de Texas…) Se cubría con flores de la estación o con siemprevivas. Escondía unos espejitos que, son los adornos más importantes por el significado que tiene.  El rompimiento de los espejos – agregaba Pepe Guerra – significaba la pérdida de virginidad de la mujer.

En el ala del sombrero van sujetas unas cintas colores. Era la manera de dar la bienvenida al año nuevo. Las “muanzas” aparecieron en la época musulmana. En los verdiales de Tresillo bailaban dos mujeres y un hombre en el centro. La guitarra, en el siglo XVI sustituyó a la vihuela. Los instrumentos que acompañan son violines, crótalos metálicos y puede que un almirez y un triángulo.

Su vocabulario es único: paseíllo, luchas, choche, caracola, abanderado, roaíllas, mudanzas, rifa, chorreos,.. Las letras, zumbonas, llenas de poesía, de amores, de despecho, de sentimientos y de pena, fanfarronas y faroleas o reflejan el entorno natural que los rodea. ¿Para qué te pones flores / si tu no las necesitas / ya que entre todas las flores / ere tú la más bonita? ¿Cabe más belleza?

Al llegar aquí me vienen a la memoria amigos que ya no están con nosotros y a los que tanto debo: Pepe Rosas, Juan Martin, “El Capitán”, Juan Aranda, “El Veneno”, Alfonso Queipo de Llano Jiménez... Afortunadamente, la autoridad viva más notable, es Salvador Pendón. Si tienen ocasión lean sus obras. No se van a arrepentir. Nació en El Borge; vive en Ardales. No es mal amigo quien aconseja…

 

 

lunes, 25 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Meceeros



26 de diciembre, martes. La tradición no se escribe y se transmite oralmente, decía que los meceeros, - en otros lugares de Andalucía se le llaman bambas -había que montarlos en los días posteriores a la Navidad. Quedan en Álora huellas en calle de Atrás con una argolla en la pared y un mosaico que lo recuerda. “Todos le cantan a todos / y a ti no te canta nadie/ siendo tú el mejor racimo / de la parra de tu calle”.  Formaba parte de la vida cotidiana en otro tiempo.  También se montaban en el campo, pero los que más atracción tenían eran los del pueblo donde la afluencia era más numerosa.  El meceero de la calle Negrillos por la peculiaridad de la calle, sencillamente espectacular.

En aquellos días se convertía en punto de encuentro de gente joven en torno al columpio. Un cordel amarrado a dos argollas, una niña que quería volar alto, personas dispuestas a mecerla y un grupo que cantaba, la mayoría de las veces, revelando un secreto que todos conocían y todos respetaban. Allí se decía todo sin decir nada…

Se cantaban, primero una voz sola, a la que respondía un coro, letras irónicas, amorosas, maliciosas, intencionadas, despectivas, tiernas… la cantaba un voz que siempre tenía la respuesta coral. “Arremonta los cordeles, / arremóntalos bien altos, / que parezca una paloma, / la niña que va en lo alto”.

La fuerza, el impulso, y la virilidad del meceor, a veces, también la mujeres impulsaban los cordeles, parece, en ocasiones, que entra en conflicto -“arremontalos bien altos”- con la fragilidad y dulzura – “que parezca una paloma”- a quien va dirigido el mensaje.

La primera impresión que produce la audición de esa letra es la del encuentro ante un arte refinado, difícil y controvertido con el mensaje directo hacia el receptor que puede ser la moza a la que se corteja o la respuesta a quien demanda la atención.

Tienen la gracia de la improvisación, la lozanía y la frescura de lo espontáneo y la exigencia de una respuesta, que acepta o rechaza de inmediato. Es poseía del pueblo acompañada por la música acompasada, rítmica y metódica en el vaivén del meceero.

Hoy, donde las relaciones sociales están marcadas por otros parámetros, recuerdos. Añoranzas de un pasado bonito y difícil que buscaba la intercomunicación social que de otra manera eran casi imposibles. En nuestros días si se montan es por no dejar que se pierda una tradición y hacer gala del testimonio que pervive a pesar del paso del tiempo.

 

domingo, 24 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Felicidad, paz y bien

 


 La familia de Los Cristinos - no fueron conscientes de la aportación etnográfica que nos regalaron-  hicieron un derroche del legado folclórico de Álora. Plaza Fuentarriba, sábado 23 de diciembre, 2023

                    

24 de diciembre, domingo. No sabemos cuándo nació. ¿Era verano? Puede que sí, puede que no.  ¿Era invierno? Puede que… Verán eso de pastores al raso y en mitad del campo. Da qué pensar. ¿El lugar? Según los papeles viejos en un pueblecillo perdido en mitad de la nada. Se llamaba y se llama Belén.

Su gente, la gente de Belén, gente normal que vivían del campo. No debían pasarlo muy bien; las gentes del campo casi siempre han ido con lo puesto, justitos. La tierra es seca, tienen poca agua y la sacan de pozos.

Los padres del muchacho. Ufff. La cosa está dura, difícil. No es cuestión de entrar en disquisiciones, pero la cosa, pues eso. Ustedes ya saben. Sus padres – los que aparecen en los papeles tuvieron que acudir – vivían en Nazaret, en Galilea - a un empadronamiento y dicen que así cumplían las órdenes de la superioridad ¿Cuál de ellas? ¿La de los hombres de la tierra? Desde luego ¿La que dice el Libro que tenía que cumplirse: “Pero tú, Belén, en la tierra de Judá, de ninguna manera eres la menor entre las principales ciudades de Juda” y todo eso que sigue ¿La que manda el ‘Otro’,  que no se ve, que está en todas partes y es el que lo rige todo? Desde luego que sí

El Niño - ¡cuántas cosas se han inventado en torno a su nacimiento! La Iglesia apoyada en que los paganos celebraban el solsticio de invierno lo tomó como punto de arranque. Luego, el Niño se hizo grande y nos dejó dicho ¡unas cosas ¡Qué cosas!  De lo que nos dijo y de lo que se ha hecho de eso… Como que nos venden otra película. No tiene nada que ver con el Niño.  Nos bombardean con otros lópeces.  Por cierto, en su tierra, en la que nació el Niño faltan muchas cosas, pero que muchas cosas y sobran, precisamente, bombas.

Dicen que estos días tenemos que ser felices por decreto, comer por decreto, comprar por decreto, ser felices por decreto, cantar por decreto… Yo me quedo con un deseo de un hombre que sintonizó mucho con ese Niño que nos ha desfigurado. Ese hombre se conoció como el Poverello de Asís. Me uno a sus deseos y quiero para todos: FELICIDAD, PAZ Y BIEN.

sábado, 23 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Pablo Pérez Gómez



                            P. Pérez Gómez. (Plumilla)

 

23 de diciembre, viernes. Pablo Pérez es un hombre de mediana edad, cuando escribo estas palabras hilvanadas unas con otras con ese hilo invisible que se llama amistad y admiración hacia una trayectoria. Lo conocí, hace un puñado de años. Era, entonces, un muchacho inquieto. Hurgaba en los papeles viejos del Archivo Histórica Municipal y buscaba datos y más datos sobre el pasado industrial de Álora. Y lo que es más importante, ¡disfrutaba mucho, muchísimo con su trabajo!

Pablo es un hombre bajito en estatura, pero muy grande por dentro. Tiene los ojos siempre abiertos a todo cuando puede suponer innovación. No pierde de vista el pasado y crea, en su fuero interno, un poso de incalculable sabiduría. No hay nadie en Álora que sepa más del patrimonio industrial desaparecido.

Habla de almazaras, de molinos harineros, tajares, lagares o fábricas electroquímicas. De su montaje, de su manera de funcionar, de donde vinieron, quienes fueron sus montadores y del día que pasaron a eso que se llama recuerdo. Todo lo plasmó en un libro que tituló El Patrimonio Industrial de Álora…

Trabajó a destajo. Anduvo por campos, vegas, lomas, altozanos y cañadas. Husmeó entre ruinas. Hablaba con todo el que se terciaba en el devenir por los caminos porque cada vez se hace mayor el desfase entre el tiempo – de ayer a hoy-  en el que se ha movido ese tipo de industrias.

Andando eso que llamamos tiempo Pablo entró a prestar sus servicios profesionales como Conserje en la Consejería de Educación. Ha pasado por diferentes centros obviamente y en todos ha dejado ese sello de bonhomía y dedicación.

Pablo viajero a los lugares exóticos de Asia o de América ha ido llenando las alforjas de su experiencia. Algunas veces las plasma en pinturas a plumilla, otras en tinta china o aplica algunas de esas técnicas que los que conocen la materia suelen emplear.

Cuando anduve preparando la publicación de La leyenda de Alí ben al-Malikí, recurrí a él. Le di un borrador y le pedí varias ilustraciones de la parte que él quisiera y con la libertad expresar lo que aquello le decía… Pasaron unos días y me sorprendió. Estoy seguro que ustedes, cuando salga el libro a la luz, también se van a quedar admirados de cómo ha plasmado y ha captado el sentido de un párrafo determinado o de un paisaje en concreto.

Pablo es un pintor a plumilla excepcional. Casi nadie lo sabe; él mismo no se da importancia… Eso es cosa que suele ocurrirle, con frecuencia, a la gente que vale mucho…

viernes, 22 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ya es tarde



22 de diciembre, viernes. La muerte de Antonio Burgos ha conmocionado por inesperada y por la pérdida. Yo conocía a Antonio Burgos más como escritor que como periodista. Su Andalucía ¿tercer mundo? fue un aldabonazo ante el subdesarrollo y la postración histórica.

Cádiz, rotuló una calle con su nombre y lo nombró Hijo Adoptivo. En Sevilla comenzó un movimiento para obtener el reconocimiento público. Detectó cierto rechazo y fue entonces cuando, parodiando a los de Bilbao, dijo aquello de “Los de Cádiz nacemos donde nos sale de los cojones”. Dejó sentado a más de uno (y de dos).

Ahora, el alcalde de Sevilla ha hecho unas declaraciones pomposas y relumbrantes para justificar la concesión de Hijo Predilecto y digo yo, ¿será porque no han tenido tiempo? Ochenta años de vida, como que no dan para mucho ¿verdad? Una segunda cosa ¿para qué quiere ahora Antonio Burgos el nombramiento? Hay una tercera, llegan tarde. La Junta de Andalucía le dio el reconocimiento del nombramiento hace unos años, o sea que se las ido el tren.

Se lleva muchas glorias eso de acuñar que “la Habana es Cádiz con más negritos y Cádiz es la Habana con más salero…” Pues eso, ¡Casi ná!

Su periódico, ABC, aunque escribió en otros medios, dicen que ha perdido una de las letras de su cabecera, la “B”. Sabemos que la prensa de papel pasa momentos de asfixia económica. La gente no lee y las competencias, en espacio y tiempo, de los medios digitales es feroz; imposible vencerla. ABCE, ahora tiene la enorme papeleta de llenar el vacío que deja.

Se proclamaba ‘currista y bético’. Podría compartir con él el cincuenta por ciento de sus devociones, pero no es el caso. Era, cuentan, los que lo conocieron un hombre de trato difícil, original en muchas cosas y controvertido porque eso de ser “monárquico y andalucista’ parece una cosa rara.

El día del paseíllo la terna fue impresionante: Juan Manuel Gozalo, Pedro Peña y él. Ya me dirán si no hay días que rompen la monotonía. Ahora vienen las alabanzas (hoy habrán ido muchos de traje y corbata negra para salir en la foto). Era un hombre con retranca al hablar; lo superaba con la pluma. Se tuvo que exiliar en Suiza y pasado un tiempo le dijo a su mujer “Vámonos para Sevilla que prefiero que me mate la ETA a morir de pena”. Su alma socarrona habrá dicho ¿y ahora, para qué quiero yo ningún reconocimiento? Ya es tarde. Descanse en paz.

jueves, 21 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Rittwagen



   Plaza del Obispo. J. Rittwagen

 


En recuerdo de mis padres, que en su viaje de novios en 1946, fueron huéspedes de ese Hotel…

21 de diciembre, jueves. No había nacido Jaime Rittwagen, cuando el maestro Alcántara estudiaba “segundo de jazmines”. Nació un año después, día más o día menos, que tampoco el tiempo y las matemáticas van siempre de la mano.  Sí, sabemos que no se estaba ya en guerra aquel verano”, que iban los tranvías del Palo a la Alameda, y que había “en los baños del Carmen, gran torneo de sirenas y delfines”.

Jaime se hizo niño en la Málaga de los cuarenta. Vivió y luego llevo al lienzo una Málaga que fue y ya no es; que recordamos en la lejanía y que, si te vi, ni me acuerdo. Una Málaga de parques sin flores abarrotados de gentes; de coches de caballo en el parque o de un puerto donde, en cada amanecer, atracaba, en el muelle de siempre, ‘el Melillero’.

De la estación de Andaluces subían los carros tirados por caballos percherones y cargas de sacos de arpillera y toneles. Málaga tenía, dos estaciones, esa y la de los suburbanos. El tren de vía estrecha iba a Coín por un lado; por el otro, hasta la Venta de Zafarraya, inmortalizado por la copla “como el correo de Vélez / cayendo cuatro gotas / se mojaron los papeles”.

Jaime es el notario de lo primoroso; del detalle mínimo ahíto de vida; el que da testimonio del tranvía que anunciaba “Anís del Mono” y “Ceregumil” y las cuchillas de afeitar “La Palmera” y las plazas llenas de gentes…

Jamie está entre los mejores pintores naïf de estos días nuestros que nos regala Málaga. Es consciente que su pintura da testimonio de todo lo que formó parte de nosotros mismos. Por eso detrás de cada trazo, de cada golpe de color, de cada nimiedad está el hombre que reparte bonhomía.

A Jaime lo conozco, dice él porque yo no me acuerdo, desde hace más de cuarenta años…. Sí recuerdo de aquellas noches en las que yo asistía como párvulo, con los ojos bien abiertos y la boca cerrada que es como hay que estar en esos sitios, a algunas de aquellas tertulias con Adolfo y Fermín Durante y Chicano y el maestro Alcántara que era siempre el dueño de la noche…

- ¿Por qué pintas en tus cuadros, un hombre en bicicleta y un perro? le pregunté – un día.

- ¿Y quien te ha dicho a ti que es un perro? -me respondió.

Y Jaime esbozó una sonrisa y siguió con ese su hablar pausado que solo muestran los hombres que tienen un alma muy grande.

miércoles, 20 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


                  Variedad. Jardinero Ortiz

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Luz y color en la pintura de Leonardo Fernández

 

 


                     Rosas. Leonardo Fernández

                           

 

20 de diciembre, miércoles. Leonardo Fernández era un niño delgado, bajito, de ojos muy grandes.  Los ojos grandes de un niño curioso que lo miraba todo, lo escudriñaba todo, lo observaba todo.  Se asomaba al portal de su casa y lo hacía confiado. Vivía en una casa de vecinos. Todos se conocían. Todos sabían de la vida de todos y el niño sabía de la vida de otros niños que vivían en las casas contiguas a la suya.

La casa donde vivió su primera infancia no era ni muy grande ni muy pequeña. Se entraba por un patio vecinal. Un grifo – que luego llevó muchas veces a sus lienzos – goteaba sobre un lebrillo de barro…

En la cocina una bombilla colgada con un cable largo y trenzado del techo, era la primera luz; una hornilla de carbón con dos fuegos y una olla con agua caliente. Luego vino la luz de la calle – Calle Tomás de Cózar – donde no se cierra el mundo del niño; por calle Granada pasaba el tranvía, a veces, niño aventurero llegaba a la Plaza de la Merced donde picoteaban las palomas a la sombra del obelisco de Torrijos. Un día descubrió la tienda de ultramarinos de Zolio y la librería de Pepe Negrete.

Aún no sabía que sería pintor. Pasó de muchacho a hombre. Inició sus trabajos (de niño ganó su primer gran premio). Don Juan Baena le aportó el manejo de la técnica; el pintor se cernía dentro. Esperaba el momento oportuno. Ese, en el que un día, el destino dice que es. Dejó el oficio de pastero y se dedicó a endulzar las almas extasiadas ante sus cuadros. Tomó mando en plaza. Se sabía continuador de los grandes de la Escuela Malagueña del XIX. La historia ya les había dado sitio a Denis Belgrano, Pedro Saénz, Ferrándiz, Moreno Carbonero... Luz y Color mano a mano.  En pleno siglo XX, un muchacho que fue un niño delgado y fuerte, bajito, pero con capacidad para reflejar su calidad interior sigue la estela que ellos dejaron y en su obra se erige como uno de los grandes de la Pintura Realista, en Málaga, a caballo entre los siglos XX y XXI

Leonardo Fernández pinta el color y la luz. El color de la rosa que tiene espinas pero es amor; la luz de Málaga que atrapó de la bombilla que pendía de un cable trenzado en la cocina de su casa y que, luego  aprehendió de la calle cuando supo que su mundo iba más allá de Tomás de Cózar… Luz y Color; belleza sutil, esencia de la pintura realista malagueña de nuestros días.

martes, 19 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Aires de Pascua

 

                          


19 de diciembre, martes. Cuando yo era niño la Navidad venía cargada con la ilusión con la que los niños acogíamos todo lo que llegaba…

Cuando yo era niño, me repito, eran tiempos de dulces caseros, Villancicos, Meceeros “Tontos”. De casi todo eso, ya más recuerdo y pasado, que actualidad. Ya se sabe aquello de Juan Ramón… “y el pueblo se hará nuevo cada año”.

Desde que llegó la industrialización, los mantecados envueltos en papel de celofán se desenvuelven con menos encanto. Ni mejor ni peor; distintos. Se cocían en bandejas de latón en el horno caldeado con aulagas, retamas y leña de monte; se hacían con manteca de cerdo, con aceite y sabían mucho a cariño y reencuentro.

Decía Rodríguez Marín que en su origen el Villancico era una estrofa improvisada para cantarla en las zonas rurales. Se formaba con una composición de tres versos octosílabos con rima asonante en el segundo y en el tercero y al que luego andando el tiempo se le agregó un cuarto en el que se repetía el primero después del segundo.

Por este tiempo también se formaban las pastorales. Casi siempre con mucho de improvisación -porque somos así - una vez que se acortaban las faenas agrícolas y las noches, por más, se hacían largas, largas.

El pastor se vestía con pantalón de lana, camisa a cuadros, zamarra de vellón de oveja, zurrón, gorro de piel, alpargates y una honda; la pastora, falda rizada, camisa blanca, pañuelo al cuello, alpargata, medias recias y enaguas de tiras bordadas.

Los instrumentos en los hombres los propios: zambomba con pellejo de conejo y carrizo de caña, pandero, botella de anís y rascacielos… Las mujeres llevaban un almirez, pandereta y botella.

La riqueza creativa, impresionante. Por ejemplo: “aunque estaba la noche serena / por todos los campos la nieve caía/ caminaban los pobres pastores / por todos los campos de la serranía. / Cuando llegan a Belén/ ven a Jesús reposar. Y en silencio los pastores….”

“Madre, en la puerta hay un niño / más hermoso que el sol bello / parece que tiene frío / porque viene medio encueros. / Pues, dile que entre y se calentará…” Nos cantaba, - ¡con aquella voz! - mi abuela Ana; en la chimenea, crepitaban las llamas…  Y uno muy acorde con los tiempos que corren: “Niño chiquitito / dile a tu papá/ se lleve la guerra / y nos traiga la Paz”.

Navidad, tiempo de buenos deseos… ¿Mira que si nos da por hacerle caso y le damos un vuelco a esta situación?

lunes, 18 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El barrio de chupa y tira

 

 

                        


                  Cripta del Santuario de Nuestra Señora de Victoria.

 

18 de diciembre, lunes. El barrio de la Victoria está más olvidado de los hombres que de Dios. Casi podría decirse que se ha descolgado de una Málaga disparada por otros lugares, menos por él.  En él vivió la mediana burguesía del siglo XX. Según las malas lenguas se alimentaba de almejas; de ahí “el chupa y tira”.

Su eje vertebrador, la calle de la Victoria, por los Montes hacia Granada. Arranca en la Plaza de Merced, pasa por delante de lo que se conoció como Jardín de los Monos (San Lázaro, lazareto del siglo XV al otro lado) y por el Compás va a dar a los pies del Santuario.

La calle de la Victoria es una calle larga y estrecha. Mal acerada; saturada de tráfico. Mucho tendrán que afinar los urbanistas para darle un aspecto más habitable. La calle de la Victoria (frente a San Lázaro arranca la de la Amargura que sube al Monte Calvario; junto a la iglesia, el Camino Nuevo) . La calle de la Victoria era el tránsito de los seminaristas hacia los oficios en la Catedral.

El Jardín de los monos debe su nombre a unos monos encerrados tras los barrotes de hierro en una jaula en uno de los laterales de la plaza. A mí me llevaba mi madre allí. Yo nunca vi a ningún mono. Me gustaba más cuando me llevaba a ver las palomas del parque y los barcos en el puerto…

A la plaza del Santuario han intentado darle varias soluciones. No lo han conseguido. Una escalinata le quita visibilidad. Allí se venera la patrona de Málaga, pues ni eso… No han atinado.

En este altozano se asentó el campamento cristiano de los Reyes Católicos cuando lo de la toma, en 1487. Posteriormente se construyó un convento de fraile mínimos (luego, hospital militar). En la cripta los condes de Buenavista nos dejaron algo lúgubre. Marca el tránsito desde la “expiación a la purificación, desde la muerte a la resurrección”, en la plenitud del paraíso. De muchacho bajé una vez a la cripta; no he vuelto.

La Virgen de la Victoria es imagen sedente del gótico tardío; la Dolorosa de Pedro de Mena y Medrano. La yesería del camarín, excelsa. En la calle del Agua, una capilla, templete del XVIII. Estuvieron ligados a los Trinitarios (de ahí el nombre).  “Y detrás del Rescate, con apóstoles, sayones y soldados, María Santísima de Gracia, que era mi vecina de enfrente cuando yo era niño” que decía el maestro Alcántara…

domingo, 17 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Azul


                                      


17 de diciembre, domingo. Decían los que bajaban por la carretera de los Montes   la única, que comunicaba entonces con el centro de la Península – que al asomar por el Puerto del León aparecía, abajo, Málaga echada a la orilla del mar.

Contaban que el descenso de la Cuesta de la Reina era algo que nunca se acababa. A una curva seguía otra, y luego otra, y luego… más curvas, y así hasta los pies de Fuente Olletas donde la ciudad se acercaba a tomar agua. Era un tirabuzón en el que se entraba, pero nunca se sabía cuándo se terminaba.

Decían, que al borde de la carretera había una profusión de colores verdes. Eran los verdes de los pinos. Al levantar la vista siempre estaba el azul del cielo. Nunca sabremos si eso era que el mar se iba a las alturas o que el cielo se bajaba a la tierra. El color de Málaga es el azul…

Hace unos días comía con una amiga que se había escapado a nuestra tierra a pasar unos días. Al salir del restaurante en La Malagueta, en frente, casi a pedir de mano, el mar, el mar azul de Málaga que da diferencias a la Bahía. Sobre sus aguas, en ese momento, marcaba la distancia del horizonte, un velero…

- El mar de Málaga… - le dije.

- Sí respondió, ella, bellísimo. Deja sin palabras.

En su azul nacen encajes de espuma blanca que rompen las quillas de las jábegas, recuerdos de fenicios que llegaron -no podía ser de otra manera-  sobre el azul del mar que era tan igual a como lo es hoy en la memoria del tiempo.

Es ese que el da un tiente tan especial – como a Londres en otro tiempo se lo dio el blanquecino de la niebla – y que los pintores de Málaga han llevado a sus lienzos, de esa manera tan distinta que lo hacen diferente. Pienso en el naïf de Rittwagen; en el realismo de Leonado Fernández; en el rompe moldes de Picasso que incluso tuvo su período azul; en la visión única de Málaga de Eugenio Chicano que no dejaba a nadie indiferente…

Cuando la tarde ve cómo baja el sol lentamente por la sierra de Mijas, entonces, ella, la tarde, se echa sobre sus hombros su pañolillo de seda fina. Lo pespuntea de rojos, amarillos y naranjas y le deja ramalazos de azules que saca del mar y se lo ofrece a las primera estrellas que aparecen lejanas y titilan en las alturas.

sábado, 16 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuestra rosa de cada día

 


Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Éxito

 

 


Alumbrado navideño en calle Larios. (Málaga)

 

Se puede morir de muchas maneras. Hay una a la que nadie acude cuando habla de ella. Es el éxito. Alguien dice que Málaga está al borde de un problema si no rectifica a tiempo. Puede morir de éxito.

Vive un momento esplendoroso. Su aeropuerto ha batido un récord de viajeros. Veinte millones de personas han pasado por esa terminal entre el Guadalhorce y la Sierra de Mijas.

En el centro no se cabe. Parece una exageración. No lo es. Desde la remodelación urbanística crece y crece y crece; no para. El nivel de calidad – de precios, también – del comercio que se abre es equiparable al que puede existir en París o en Nueva York. No están equivocados.

En el siglo XIX se le ganó terrenos al mar. Se le empujó  hacia adentro y Atarazanas y la Aduana que antes estaban en sus orillas quedaron incrustados en el casco urbano.

Durante casi un siglo todo quedó estancado. Era una ciudad provinciana y cateta; gatos en el Guadalmedina (asignatura pendiente) y una industria o inexistente o en decadencia. No se rompían los moldes.

Después, desde finales del XX, hasta hoy, todo diferente. Desde la Malagueta a la Plaza de Manuel Azaña (en las puertas de la Comisaria para que nos entendamos) y donde van a construir, dicen, que ya, el Caixaforum hay tres unidades perfectamente delimitadas. El Parque, la Alameda y la Avenida de Andalucía.

El Parque se debe a Cánovas (este hombre podría cantar aquello de “fuiste madre para todos y madrastra para mi”). Más de trescientas especies arbóreas. Una de las joyas botánicas de Europa.

En la Acera de la Marina arranca la Alameda. Ahí vivió la oligarquía malagueña del desarrollo industrial del XIX; llega hasta el Guadalmedina.

La Prolongación o Avenida de Andalucía antaño no existía. Vino después. Por el Puente de Tetuán se accedía ‘al otro lado’.  Ocupa parte del Perchel y la Huerta del Obispo…

Desde la Alameda Principal llevan al mar, la Alameda de Colón; Tomás Heredia, hijo del prócer Manuel Agustín, el riojano del Camero Viejo que creó la primera siderúrgica de Andalucía y calle Córdoba convertida en  eje de eso que llaman el Soho de la mano de Antonio Banderas y su brazo derecho, su hermano Javi, dos malagueños a quienes nunca pagaremos bastante lo que hacen por la tierra.,

Calle Larios es otra cosa. Es algo así como el salón de nuestra casa abierto a todo el mundo… Por el contrario; el centro ‘histórico) está colapsado. Los apartamentos turísticos expulsan a los malagueños de sus raíces. Ahí hay un peligro. Eso, y otras cosas, pueden llevar a Málaga a morir de éxito.