martes, 19 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Aires de Pascua

 

                          


19 de diciembre, martes. Cuando yo era niño la Navidad venía cargada con la ilusión con la que los niños acogíamos todo lo que llegaba…

Cuando yo era niño, me repito, eran tiempos de dulces caseros, Villancicos, Meceeros “Tontos”. De casi todo eso, ya más recuerdo y pasado, que actualidad. Ya se sabe aquello de Juan Ramón… “y el pueblo se hará nuevo cada año”.

Desde que llegó la industrialización, los mantecados envueltos en papel de celofán se desenvuelven con menos encanto. Ni mejor ni peor; distintos. Se cocían en bandejas de latón en el horno caldeado con aulagas, retamas y leña de monte; se hacían con manteca de cerdo, con aceite y sabían mucho a cariño y reencuentro.

Decía Rodríguez Marín que en su origen el Villancico era una estrofa improvisada para cantarla en las zonas rurales. Se formaba con una composición de tres versos octosílabos con rima asonante en el segundo y en el tercero y al que luego andando el tiempo se le agregó un cuarto en el que se repetía el primero después del segundo.

Por este tiempo también se formaban las pastorales. Casi siempre con mucho de improvisación -porque somos así - una vez que se acortaban las faenas agrícolas y las noches, por más, se hacían largas, largas.

El pastor se vestía con pantalón de lana, camisa a cuadros, zamarra de vellón de oveja, zurrón, gorro de piel, alpargates y una honda; la pastora, falda rizada, camisa blanca, pañuelo al cuello, alpargata, medias recias y enaguas de tiras bordadas.

Los instrumentos en los hombres los propios: zambomba con pellejo de conejo y carrizo de caña, pandero, botella de anís y rascacielos… Las mujeres llevaban un almirez, pandereta y botella.

La riqueza creativa, impresionante. Por ejemplo: “aunque estaba la noche serena / por todos los campos la nieve caía/ caminaban los pobres pastores / por todos los campos de la serranía. / Cuando llegan a Belén/ ven a Jesús reposar. Y en silencio los pastores….”

“Madre, en la puerta hay un niño / más hermoso que el sol bello / parece que tiene frío / porque viene medio encueros. / Pues, dile que entre y se calentará…” Nos cantaba, - ¡con aquella voz! - mi abuela Ana; en la chimenea, crepitaban las llamas…  Y uno muy acorde con los tiempos que corren: “Niño chiquitito / dile a tu papá/ se lleve la guerra / y nos traiga la Paz”.

Navidad, tiempo de buenos deseos… ¿Mira que si nos da por hacerle caso y le damos un vuelco a esta situación?

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