domingo, 31 de diciembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las hojas del calendario



31 de diciembre, domingo. Volvieron, por otoño, los tordos al campanario.  Por el día se las andaban en los olivares; al atardecer buscaban el amparo de la torre. En los ficus del parque los gorriones con un gorjeo constante pugnando para conseguir un refugio más caliente y menos venteado.

Algunos árboles están desnudos. Han cumplido ciclo. En las atracciones suenan música y villancicos estridentes. Llaman a los niños… Siento melancolía.

Hemingway plasmó de manera magistral la soledad del viejo pescador de la Habana. Era el reflejo de muchos de nosotros ante la vida que nos ha alumbrado... He sentido en el tiempo que queda atrás las dentelladas de tiburones que navegaban en mi propia agua y, al mismo tiempo, el calor cálido del cariño de quienes me han arropado y me han dado lo mejor de sí mismos. Ahora toca arrancar – dicen – la última hoja del calendario.

Me fui esta mañana temprano a la huerta. La escarcha lo cubría todo. A medida que calentaba el sol el vaho subía a manera de nube. Daba la sensación de un paisaje de fantasmas. El amanecer (de hecho, ya había salido el sol) ha sido bellísimo y frío. Los pájaros, que son más madrugadores que yo, aún no habían decidido desayunarse, y esperaban su momento. ¿Dónde estaban los pájaros esta mañana?

Pasó un tren (¡cuántas ilusiones llevan dentro los trenes que pasan!) de los de Media Distancia, que son los que ahora circulan por esta vía infrautilizada. En el luminoso ponía: Santa Justa. Va a Sevilla. A su paso se han movido los hinojos secos de la trinchera.

El año se acaba. No es una novedad escribirlo el último día de diciembre. La gente se odia en Oriente próximo, (en otros sitios, también); América, la nuestra, despierta con un interrogante enorme sobre su futuro; la otra, la del norte, se consume en su egolatría. África, revienta; Asia, aguarda. Otros, a los quiero, sufren la soledad del desamparo, el amargor después de la ruptura, el hachazo de la injusticia y de muerte, el dolor físico de cuerpo o de la propia alma.

Arden unos leños en la chimenea. Bullen las ollas en los fogones de la cocina. Se afanan las mujeres. Quieren la perfección para esta noche. Brota en mí un deseo de que en el año que entra mañana sean ustedes felices, si pueden…

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