viernes, 29 de mayo de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Huerto escondido

El embalse del Retortillo, pasada la Puebla de los Infantes, separa administrativamente, que no de otra manera, las provincias de Sevilla y Córdoba. Lo bordeo.

Es final de primavera; hace calor. Huele a campo que se agosta.  Cantan los pájaros. Por un momento, párate. Escucha el silencio. Difícilmente verás – debe ser por la hora - que crucen  por el cielo azul  cigüeñas negras,  garzas, ánades reales...

A media tarde, tomo el camino hacia Las Navas de la Concepción. El pueblo - tú porque probablemente no puedas - duerme la siesta. La gente - la poca que queda por aquí - a estas horas está al buen recaudo de las sombras. El reloj de sol, de 1835, dice que son poco más de las cuatro.

No encontrarás a nadie que te diga a quién dedican la iglesia, aunque tú ya sabes que la población debe su origen al monasterio del Valle de los Galleguillos, de los monjes Basilios, que destruyeron las tropas de Napoleón, y luego lo terminó de arreglar, es un decir, porque supuso su desaparición, la desamortización.

Los monjes – Basilios - según el primer libro parroquial, construyen la iglesia en el XVIII, en 1764 por más señas, poniéndose, iglesia, monjes y pueblo, bajo la advocación de la Purísima Concepción de María.
 
Para tu  mejor entendimiento deberás saber que de aquella iglesia sólo se conserva pila del agua bendita - bella por cierto -, la imagen de Santa Ana, púlpito, lámpara central y un retablo que dedicaron a San Antonio. 

Pero como todo está cerrado a cal y canto... yo, cuando viajero, tuve que echar mano de las notas que acabo de contarte y con las que gusto acompañarme para las ocasiones.

Antes de partir no me resisto dejar de transcribirte una nota tomada a vuela esquina: “Fonda del Casino. Casa Preferida por los Señores Viajantes. Habitaciones Higiénicas e Individuales. Situada en el mejor sitio de la población. Pl. Alfonso XIII 19 y José Canalejas 1. Navas de la Concepción”.

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