domingo, 17 de mayo de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Flores

Lina tiene lo dicen que mueve el mundo, o sea, ilusión. Lina emprendió hace un tiempo una campaña en solitario. Lina quiere cambiar la cara exterior de las calles del su pueblo, que también es el mío, Álora.  Lina pide algo muy sencillo: “Pon flores en el balcón”.

Ha colgado una nota de prensa en la que se informa. “Diecisiete mil personas visitan los patios de Córdoba” (persona más o persona menos, que tampoco es cuestión de hacer ahora un recuento como en noche electoral, eso no lo dice Lina, lo digo yo) y tú todavía lo estás pensando”.

No me une ninguna amistad personal. Creo que no he cruzado con ella una conversación que supere un par de minutos más allá del saludo protocolario que establecen las leyes de la cortesía y la corrección. Pero, ¿verdad que el empeño de esta mujer es algo encomiable? ¿Verdad que si todos le hacemos un poquito, solo un poquito de caso, podríamos cambiar algunas cosas?

Hace un tiempo colgó dos fotos virtuales. Una de las fotos era de la Calle Santa Anta; otra, de la calle Benito Suárez. El aspecto exterior de esas dos calles causaban asombro. Siendo, como lo son, de una gran belleza urbanística tomaban un cariz que las hacía aún más especiales.

De hacer caso a ese mensaje de Lina la cara exterior del pueblo sería otra. Cal blanca y flores en las ventanas. A los ‘desertores y desobedientes’ se le podría cantar, en todo su sentido, la copla: “Tu calle, ya no es tu calle/ que es una calle cualquiera…”

No es fácil tener unos balcones como esa barandilla del Callejón, ahíta de colorido. Lo sé por experiencia. Hay lugares a los que el sol castiga en demasía. Sé, también, que hay otros muchos, ‘por la gracia de sus manos’ o por lo que sea...

Sin ánimo de polémicas, vayan cuando tengan tiempo al embroque del Callejón de Padilla con la calle Erillas.  ¡Isabel tiene una reja de geranios y claveles…!  Mi calle no es una calle cualquiera; Lina, tú tampoco.

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