lunes, 11 de mayo de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Olvido

Por las tierras de su pueblo corren las aguas del río Jabalón. El río nace en los campos de Montiel y lleva sus aguas al Guadiana. Por las tierras de su pueblo, dentro de unos días, cuando empiecen a sacar las camadas de perdices aparecerán los pollos que se camuflan con el color pardo y….

Ya están los viñedos llenos de pámpanos y el campo agostado. Su pueblo no llega a los mil habitantes. Está encamado en la llanura y deja que pasen las horas largas de la siesta. Aprieta la calor. El silencio solo lo rompe el canto de las chicharras y el zumbido de algunos insectos perdidos por estos campos de soledad.

De este hombre dice una placa colocada en la fachada de la casa donde nació  que fue Vizconde Banderas, Conde de Luchana, Duque de la Victoria, de Morella, Grande de España, Capitán General, Ministro de Guerra, Presidente del Gobierno, Regente del Reino, Príncipe de Vergara, Gran Cruz de Isabel la Católica, San Hemegildo, Carlos III, San Fernando, Toisón de Oro, Gran Cruz de la Legión de Honor, de la Orden del Baño, de la Torre y Espada, de la Orden de la Encina, de San Juan de Jerusalén...

Liberal de Cádiz, es decir, de los buenos de los buenos, ejerció en el liberalismo toda su vida que estuvo llena de luces y sombras. Normal. Era humano. Apostó por la relación con Inglaterra. Fue amigo personal del embajador. Sus enemigos no se lo perdonaron. Un día apareció una pintada: “aquí vive el Regente; quien manda, vive en la casa de enfrente”.

El hispanista canadiense Adrián Schubert dice que España se ha permitido el lujo de olvidarlo. No es ninguna novedad. Era de pequeña estatura, moreno y sobrado de atributos (él y su caballo). Granátula de Calatrava que es donde nació, también ha puesto en la placa: “No quiso ser rey de España…” Ese ‘bicho’ raro se llamó Bartolomé Espartero.

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