miércoles, 20 de noviembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El pichi


                                                            

El camino se alarga por un vallado de granados. Conforme se pasa el arroyo, por debajo de la vía del tren, en el puente donde anidaban, en primavera, las lavanderas, tuerce el camino, a la izquierda. Zarzas, higueritas del diablo, candilitos, cañas, valliscos… forman la vegetación natural.

Han llegado los pichis. Suena a chotis  -Las Leandras - de  Celia Gámez. No, no es ese. Celia, también, vino de lejos, desde el otro lado del mar, y revolucionó la revista, pero no es ese el pichi de hoy.

Es un pajarillo diminuto. Se viene, cuando llega el otoño, de los países fríos. Busca las tierras cálidas del sur. Es sociable y poco temeroso. Tiene la pecherilla color anaranjado y el pico fino. Oculto entre los naranjos, el carbonerillo común – el pajarito del agua – anuncia que, hoy, tampoco llueve.

 Mientras yo me las andaba en mis cosas, él, con vuelos cortos y breves, -del suelo a las ramas bajeras-  ha estado un rato conmigo. Parecía como que me pedía explicaciones del porqué de la limpieza de las zarzas del vallado… Puede. Allí, entre bayas, está su comida.

Hacía viento del norte – o sea, frío – y había que buscar la recacha. El campo va a su aire. Por lo alto de la Huma se columbraban las nubes de paso. Van como para la parte de Granada… No verdeguean las lomas; el zumbido del AVE que cruza por enfrente, irrumpe con estruendo.


La ‘civilización’ manda a la Audiencia Nacional excarcele a nueve etarras (uno con once asesinato a las espaladas) y a un grapo; Hacienda dice que  Aizoon defraudó 218 mil euros, - Urdangarín y señora se llevan la Monarquía por delante, al tiempo-, y  la prensa publica que  UGT está pringada – presuntamente - hasta… ¿Merece la pena? 

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