viernes, 29 de noviembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. San Andrés

                                             

Cierra el mes. “Dichoso mes que entra con los Santos y sale con San Andrés”. Hoy, hoy es. O sea, último día de noviembre antes que llegue diciembre, el de la Pascua, el de las chimeneas con leña de encina, el de Santa Lucía que acorta las noches y alarga los días…

Hoy cierra un mes que debió empezar con nieve en los altos y campanas a muerto en los campanarios. Se va sin haber soltado una gota de agua, con las sementeras pardas y el grano sin nacer. Sin ‘alzacolas’ picoteando insectos detrás de la reja del arado. Se va noviembre. Se lo lleva San Andrés.

Por algunas tierras canarias, al atardecer de la víspera de San Andrés, los niños arrastraban latas viejas, cacharros metálicos y hacían ruidos. Querían los niños – y, los grandes, también - ahuyentar brujas y plagas de langosta que esquilmaban los campos y se comían las cosechas.

Le da nombre, también, San Andrés, a una temida y horrible falla. Va de norte a sur. Atraviesa California desde San Francisco hasta la costa occidental mexicana. Se desplaza la tierra a ambos lados, dicen los que saben, con una lentitud imperceptible y, cada vez que le parece, se deja caer con un terremoto devastador que siembra muerte y destrucción.

Ha dejado este noviembre demasiado interrogantes en el aire. Terroristas y violadores gozando de una libertad por mor de no sé qué aplicación de una ley mal ejecutada. Esto tiene tufillo a una amnistía encubierta
¿Quién retorna el sosiego a tantas mujeres violadas? ¿Quién devuelve a tantos padres a sus casas? ¿Quién  da respuesta a tanta pregunta suelta? ¿Dónde anida el pájaro que ha dado esta camada de polluelos?


Me cae bien, muy bien, San Andrés. Lo de los interrogantes del párrafo anterior, por supuesto que no. De las cosas malas - terremotos y desastres-, el santo, por supuesto, no tiene culpa, pero que ninguna culpa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario