sábado, 2 de noviembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Mañana

                                   
Cada día, como una hora antes de que abra el banco, esperan a la puerta. Se saludan, se hablan entre ellos, ocupan los asientos disponibles en la losa de hormigón que el Ayuntamiento colocó para descanso de transeúntes…Y, tosen y pregonan bronquitis enquistadas desde hace  años por mor del tabaco.

Llegan, unos antes; otros, con el tiempo en los talones, -los talones de los pies, los otros, no- los empleados. Caras de sueño; fruncido el seño. Como con mal humor. Como quien va a disgusto desde casi antes que apunte el día. Se adentran en la oficina.

Sigue  la espera. Son los mismos de cada mañana. Si vienen antes parece que su problema tendrá la solución con más prontitud. Cuando abran las puertas de cristales entrarán con prisa. Casi se empujan. ¿Se acabará el dinero? Preguntan si les ingresaron el subsidio, si le vino lo que tenía que venir, si… Su esperanza, ¡ay, su esperanza! Cuando salen se va con ellos.

Descarga Jesús el furgón de fruta; de la panadería salen las bolsas que huelen a pan caliente. La hogaza pide aceite de oliva virgen extra y un café con leche, calentito y humeante; pasan los coches; tienen prisa - como el tribunal del otro día que se reunió casi antes para…- y van escopetados.

Miguel, (Miguel se encarga de la limpieza de la zona) se empeña en dejar la avenida como una patena. Miguel es ‘culé’. Le doy los ‘buenos días’, le digo que se van a salir de la tabla. Miguel es un tío llano y lo agradece; todos agradecemos que nos digan cosas bonitas, aunque no sean nuestras.

Monta, en la esquina, cerca de la iglesia, el vendedor de cupones, el tenderete: un tablero largo, dos sillas - porque junto a él se sienta su mujer -. No se hablan entre ellos; van a su trabajo. Extienden un puñado de papelitos garabateados y con números de colores. Todos,  todos llevan la suerte. “Pacheco, dame, el siete”; “Pacheco, el nueve”; “Pacheco, el mío” Y Pacheco atiende y da la suerte, a todos; la suerte, no se va con ninguno.


Y, la mañana, sigue su curso…

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