miércoles, 27 de noviembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. A veces llegan cartas...

                               

Había, en los pueblos, un sentimiento raro hacía los telegramas. Era algo, que sin saber porqué, anunciaba, si venían, algo malo. “Le han mandado un telegrama”. Corría la voz y la gente entendía que aquello traía dentro algo que venía con el pie cambiando.

Tienen también mala uva las cartas que vienen certificadas y con acuse de recibo. Si son de Hacienda, lagarto, lagarto, y si no, que sea lo que Dios quiera que, como dice el maestro Alcántara, “no será nada bueno”.

Esta mañana, Carlos Herrera, abrió el programa, a las ocho, con una sintonía inusual; luego comenzó la lectura de una carta… La carta la remitía José Luis Alvite. Naturalmente traía un mensaje malo. Anunciaba eso que no queremos nombrar y lo daba con sentido doble: colon y pulmón.

Hace un rato, cuando he abierto, como cada día, internet, Antonio García Barbeito, en una nota, nos dice que en la punta esa del mapa, que está a la izquierda y que se viste de verde –como San Juan de la Cruz, pintaba sus prados con la mano de la Amado, eso lo digo yo- el gran Alvite quiere tomar un tren para ir a una estación que no tiene ferrocarril…

A veces llegan cartas… A Alvite sólo lo conozco de haber leído sus artículos. ¿La imagen? Esa fotografía regular con la que algunos periódicos le ponen cara a sus colaboradores…Herrera, a media mañana, dijo que es un gran hipocondríaco y, que ahí, tenía él - Carlos – encerradas muchas esperanzas.


Dice el aforismo periodístico, que si no hay noticias: buena noticia. Pero en el caso de hoy es que sí hay noticias. Las da él mismo y la difunden todos los medios; los de papel, y los otros, estos modernos, que ya son como el pan nuestro de cada día. Y es que, a veces, llegan cartas…

No hay comentarios:

Publicar un comentario