miércoles, 13 de julio de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Palomas



13 de julio, miércoles. El hombre del tiempo ha puesto en la televisión un mapa con mucho color de fuego, o sea de calor que abrasa, que achicharra, que deja a uno anonadado. El hombre del tiempo dice que la ola de calor afecta a toda la Península y que se mitiga un poco en el Estrecho – desde Trafalgar a los confines del Mediterráneo – pero ahí lo han cambiado por viento. Tampoco eso es una novedad.

En cierta ocasión, escuché una conferencia primorosa a José María Luzón. El hombre hablaba de la navegación de los fenicios que se vinieron de la otra punta del mar hasta ésta, hasta la nuestra, casi en los terrenos donde ahora da cornadas a diestro y siniestro el viento de Levante.

Decía Luzón que los fenicios se sirvieron de las palomas mensajeras para conectar con los suyos, que esperaban el regreso de las flotillas a casa y que estaban en Tiro o en Sidón en aquellos valles del Líbano. En las laderas – las cumbres, en invierno estaban nevadas -  crecían los cedros y su madera les servía para la construcción de embarcaciones y a Salomón para su templo en Jerusalén…

Aquellas palomas sentaron la base de unas comunicaciones extraordinarias para la época. Desde cualquier punto frente a Grecia, en el Estrecho de Mesina, o en el Mar de Alborán que entonces no se llamaba así, aquellos hombres informaban a los suyos de cómo iban las cosas del comercio por las tierras a las que se acercaban…

La Málaga fenicia – hubo otras fundaciones, claro – supo de las jábegas que hasta hace unos años se han construido en los astilleros Nereo, en el Pedregalejo. Después, remontaron el Guadalhorce y llegaron hasta Álora, que entonces tampoco se llamaba así y tuvo que esperar un tiempo para que los romanos la bautizaran como Iluro. Dejaron huellas y restos de tégulas en el Cerro de las Torres…

Vuelan estos días de calor tórrido, muy temprano bandadas de palomas sobre nuestro cielo. ¿Serán descendientes de aquellas que los fenicios mandaban para informar de cómo les iban las cosas? Las fuentes son bebederos propicios para que, a ciertas horas, se acerquen y se refresquen y beban, porque lo que es acercarse a beber en el río solo se atrevía a hacerlo la paloma de Antonio Molina, que por cierto era blanca como dicen que es la Paz, eso que ahora tanto necesitamos…

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