viernes, 7 de enero de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y se fue...

 

 

                                 

                                                                                                                                                  Puesta de sol en Cerro Gordo (Granada)


7 de enero, viernes. Aprehendedor de sensaciones llego, como cada tarde del Día de Reyes, a Cerro Gordo. Busco el reencuentro con la puesta del sol que se va cada tarde, pero la ayer no, ayer el sol se iba de una manera especial – el paisaje, dijo el maestro Alcántara, es un estado de alma – y a mí, desde hace un montón de años,  me da por ir a ver cómo se pone el sol por allí en esa tarde especial. Manías que tiene uno.

La tarde limpia, de nubes. No todas las cosas son igualmente bellas y hermosas, pero la de ayer lo era. El sol comenzó a bajar – ahora en invierno se va por el mar - a su hora. Todo tenía la quietud especial de según qué ocasiones.

Hacía frío. Es invierno, y en estas tardes cuando declina se hace más intenso. En cuanto se pone ya arrecia. Si hace viento – que ayer estaba echado – la situación no es tan placentera y uno se deja llevar y escucha su música de violines entre las copas de los pinos…

Cerro Gordo es un promontorio que se adentra en el mar entre la provincias de Málaga y Granada, solo un poco más allá del límite – a ver si alguno de los que hablan por televisión se entera que entre las provincias no hay fronteras sino límites, pero me temo que lo tengo difícil -. A lo que iba. Cerro Gordo está pasado Nerja y antes, justo antes, de llegar a La Herradura.

Allí el mar es muy profundo. Llega hasta el acantilado y, en ocasiones, las olas levantan espumas de nácar blanco… “Las olas del mar bravío / se estrellan contra las rocas / igual que los besos míos… “ ¿Se acuerdan? Lo dice la copla pero ayer tarde no era el caso. Ayer casi no había olas y todo era plácido y sereno.

Por el horizonte, donde uno ya no sabe qué es cielo y qué es mar, transitaban tres buques. Se perdían en la lejanía. Uno, el más cercano de color blanco, debía ser uno de esos cruceros que arriban al puerto de Málaga y dejan multitud de gente que deambula por las calles; los otros, dos cargueros. Iban hacia el estrecho. El sol bajaba y bajaba… Y yo, un año más lo vi cómo se hundía en la mar quieta…

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario