jueves, 27 de enero de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Gracias, mamá

 

 


                     Foto de archivo

                               

27 de enero, jueves. Hoy dice el calendario, que hace setenta y cinco años que me dejaste para que anduviese ese camino que llaman vida…

Siempre me contaste que era por el mediodía, en el Sanatorio Gálvez de Málaga, porque la cosa venía complicadilla y te tuviste que ir a la capital… Ya ves, cosas que pasan. El otro día, mi amigo Bartolomé me regaló un libro con la biografía de don José. Ahora han abierto el proceso para llevarlo a los altares. Ya es tener suerte, ¿verdad, mamá? Una madre como tú y un médico como él...

Me dijiste también, que la monja que te atendía, cuando te dio la noticia  de que era un niño, fue y te dijo. “Este niño trae una señal. No se le perderán nunca…” y que tú, asustada,  le preguntaste por el ‘defecto’ y,  entonces ella, te dijo, “un lunar en el pecho” y tú con una sonrisa le dijiste: “como su padre…”

Me contaste que la primera mujer que me cogió en sus brazos fue “tita María” que era cuñada de tu hermana Antonia, pero que para mí fue siempre ‘tita María’ y que era una mujer de una bondad fuera de lo común… ¡Ya ves, también tuve esa suerte!

Después, cuando nos dejó papá (yo todavía no había cumplido los tres años y Andrés venía de camino) por culpa del maldito tifus que entonces no tenía cura, te quedaste: “con el día y la noche y una capacidad de lucha enorme… Y nos sacaste adelante, y bueno, y todo eso que hemos andado juntos.

No te regaló nada la vida. Tuviste que luchar y pelear mucho, muchísimo. Eran  ‘aquellos tiempos…’ pero no nos traumatizamos. Nos educaste sabedores que hay que ganar honradamente el pan de cada día y que siempre hay que ir con la cabeza bien alta. He intentado hacerte caso. Hay cosas que se maman y no se olvidan.

Cuando la vida nos fue dando los palos que teníamos asignados, siempre estuviste tan cerca de mí, que en ocasiones, en muchas ocasiones, siempre fuiste padre y madre… He procurado no defraudarte nunca en mi manera de ser y, cuando fue preciso, yo también estuve a tu vera.

Ya sabes que soy de lágrima ligera, así que imagínate como escribo estas líneas…

Hoy, ya sabes de mi amor a la flores que vienen de ti, te dedico esta rosa, aunque desde dentro van todas las rosa de todos los días de mi vida, hasta que Dios decida que llegue el momento de rejuntarnos a todos… Gracias, mamá.

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