domingo, 2 de enero de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora Sinfonía de año nuevo

 

                       


2 de enero, domingo. Hago balance del año que acaba de irse. Según la FUNDEU las palabras más usadas han sido: vacuna y virus. Vamos, que van de la mano como los colegiales antiguos cuando los llevaban, desde la escuela al catecismo. Más o menos.

Hay otras palabras, pero hoy no es el día. Con solo abrir cualquier periódico de medio pelo, y si usted es capaz de aguantarlo diez minutos, las encuentra. Una sarta de problemas les puede caer encima, como cuando hace viento y vienen motas volando. No las puede evitar aunque lo intente.

Después de la niebla de ayer, ha hecho una tarde rara. Las temperaturas altas – casi días de primavera - van en proporción con las pocas luces de mucha gente que han desoído las recomendaciones de prudencia y cuidados con los comportamientos, para evitar lo que hay que esquivar y esas cosas. Eso, para otra gente. Vayamos a creernos que era para nosotros. Que no, hombre que no.

He subido en coche a media tarde,  solo, a Sierra Aguas (949 metros). A todo lo alto. No es el pico más alto del término municipal –  el Tajo del Arrejanado (999) que está en la Sierra del Valle  - pero sí el segundo; el tercero, El Hacho (559). El camino, excelente. Las aulagas de las veras sin flores. Apunta a reverdecer el esparto y la yerba nueva.

Soplaba en la cumbre el viento. Sinfonía de otra música entre los pinos. La luz intensa. Un poco de bruma aún en las vaguadas. El cielo limpio daba sensación de libertad. Mucha libertad, tanta que sentí ganas de dar gritos para agradecer a Dios tanta belleza. Luego, me di cuenta que Dios, aunque a veces lo parece no está sordo y se las di sin necesidad de levantar la voz.

En la lejanía, por el norte, Teba recostada a pide de su castillo, y Campillos en la llanura, y la laguna de Fuente de Piedra…; por poniente, el Peñón de Zaframagón y los molinos eólicos  que arrancaban la fuerza del progreso a modo de energía eléctrica; por sur, muy lejos, el mar azul difuminado en la bruma; por el este, a sol naciente, Sierra Nevada - ¡ay de mi raza de llanto bañada/, ay de mi Sierra Nevada! -  recortada en el infinito del cielo.

 

 

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