martes, 9 de enero de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Canción de amor

Hay un chisporroteo de gotas. No llegan al suelo. En la sierra tiene que ser nieve. Hay un mensaje de paz en la tarde. Todo está en calma. Se ha echado el campo. No cantan los pájaros; está en silencio el soto del arroyo.

Por la lejanía pasa un tren. Es un tren rápido de esos trenes modernos que unen ciudades lejanas en poco tiempo. Solo se ve la ráfaga de vagones blancos;  rompen el paisaje. Le sigue un ruido sordo, opaco… Los trenes van llenos de gentes y de sueños. ¿Qué sueños tiene la gente que viaja en los trenes lejanos?

No conocemos, tampoco, los sueños de la gente que ve cómo pasan por medio del campo los trenes modernos. A veces una canción habla por los sueños. Son canciones que hablan de amores imposibles. ¿Es posible el amor? Esas canciones son el refugio de mensajes que anidan dentro del alma.

La tarde gris y envuelta en una capa de neblina es el pentagrama ideal para poner las notas de los poemas  de amor. Proclaman la lejanía. Quieren hacer  realidad los deseos.  ¿Por qué caminos del aire transitan los deseos? ¿Se encuentran en alguna parte?  ¿Pueden fundirse como se funden las nubes y todas son unas? Entonces, es entonces cuando nacen esos bellísimos poemas de amor que lo llenan todo.

Todo apareció – el amor tiene cosas así – como un tren lejano, perdido en una tarde gris bajo un cielo de nubes altas. El tren iba rápido, muy rápido.  Luego, dejó tras sí, un torbellino de dudas, de preguntas sin respuestas; sentimientos contra los que no puede luchar el tiempo…


Sigue el chisporroteo de gotas. Se ha vestido el campo de verde; la tarde está en calma. En la lejanía, las vías del tren rápido y veloz esperan que dentro de poco, no sabemos cuándo algún tren cruce y todo sea una ráfaga de vagones blancos y de sueños imposibles. ¿Por qué algunos trenes van cargados de sueños imposibles? ¿o sí lo son? Y es entonces, cuando nacen los poemas de amor…




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