domingo, 7 de enero de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Temporal

Dicen que el tiempo es de lo que hablamos cuando no hay de qué hablar. Puede. No es el caso. Un temporal barre la Península. Tierra, mar y aire se han visto afectados. No ha habido rincón que se haya quedado tranquilo después de la marcha de Sus Majestades de Oriente hacia los desiertos de arenas calientes.

Media España, más de Madrid para arriba que de Madrid hacia abajo, está afectada. Carreteras cortadas, nieve en las cunetas y en la calzada, coche atrapados en las autopistas aunque sean de peaje y que no han podido salvar las contrariedades. Hablan de horas encerrados en los vehículos sin agua, comida, ni calefacción. Eso debe ser una auténtica delicia.

El mar no ha querido ser menos. Olas un puñado de metros por encima de lo normal. Han hecho bueno aquello de la copla “las olas del mar bravío / se estrellan contra las rocas…” (de la segunda parte, de la copla, claro, no hablan ni los periódicos ni la radio…) Las imágenes del Cantábrico, de miedo. Una señora se fue a entrenarse junto al malecón. Le ha costado la vida a ella y casi también a dos hombres que acudieron al rescate. Se ve que la prudencia no se vende en la botica.

Lo del Poniente de Almería también se ha pasado de castaño oscuro. Hablan de pérdidas millonarias. Un tornado vino desde la costa. Han volado plásticos, techumbres y herrajes en los invernaderos. Los cultivos, destrozados. Ahora vendrá el palabrerío de los políticos, la inhibición de los seguros que harán el mejor de los regates para no pagar  y la ruina de mucha gente. Otros, se  quedarán sin su trabajo.


Ha arrancado este jovencito enero con unas ideas adversas. Claro que ni los meses tienen cuesta  por más que alguien quiera llamarlo a esto ‘cuesta de enero’ ni los años tienen buenas o malas acciones. ¿Cómo se le llama a lo que tenemos encima? A lo peor es un temporal… ¡Quién puede saberlo!




No hay comentarios:

Publicar un comentario