jueves, 11 de enero de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tarde de invierno

Ulula el viento. Declina el sol. Poco a poco se va yendo la tarde. La calle está desierta. No pasa nadie. Las ideas son  puntos en el morse del tiempo; puntos suspensivos, puntos de evocaciones y recuerdos. Todo está al amparo de un recoveco en el que cobijarse.

Pasan dos muchachos jóvenes. Visten muy modernos. Pantalones de un grisáceo lavado, desleído. Tiene rajas de fábricas a la altura de las rodillas. Uno calza unas zapatillas blancas. Son nuevas, como recién sacadas de la caja donde venían de la tienda; las del otro – que lleva una gorra con la visera hacia atrás – tienen más tiempo. Vamos, más uso.

Uno de los muchachos, el más alto, fuma. Debe ser de sus primeros cigarros. El muchacho se considera un hombre o va camino de serlo. No se hablan entre ellos. Los muchachos no caminan ni lentos ni rápidos. Deben ir a alguna parte; llevan, en su andar un camino cierto. No deambulan; saben a dónde van.

Dice el telediario que dos políticos catalanes reniegan (¿?) de sus convicciones políticas. Casi todo vale para salir de la cárcel; la otra, o sea, la que presidió el parlamento en Cataluña va por los mismos derroteros. Pide que la releve alguien que no tenga procesos judiciales. El miedo a las rejas canta desde lejos…

Los temporales atacan las costas del norte. Dicen que las olas alcanzan cotas de altura que supone un peligro para los que se las andan por los paseos marítimos. Dos cosas, o las olas están llegando muy lejos o la gente les pierde con demasiada frecuencia el respeto.

Avisan de un cambio de tiempo. Ahora hablan de fin de semana con nubes, vientos fuertes – casi huracanados – y en algunos lugares lluvia y nevadas. Como se ve lo mejor para echar horas ante la chimenea atizando y si se está con un libro en la mano… A lo mejor, hasta no hace daño.


Se alejan los muchachos. El del cigarrillo le da caladas profundas. Le saca rendimiento… El Maestro Alcántara acaba de estrenar sus primeros noventa años. ¡Qué bien Maestro, que bien! Hace tarde de invierno; ulula el viento…



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