domingo, 21 de enero de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Humilladero

En el camino, mejor, a pie de carretera conforme se va a Flores, antes de llegar y al lado izquierdo hay un humilladero. ¿Y eso qué es? preguntó una vez un niño. Alguien le explicó que era un recuerdo de otros tiempos.

En el camino, antes de seguir carretera adelante está la pequeña construcción. Es de tapial blanco. Se corona con un tejadillo pequeño. Vierte a cuatro aguas. Se accede por unos dos peldaños. Tiene una puerta de madera y un cristal para que la gente vea lo que hay dentro.

Es pobre y mínimo. Sobre un pequeño poyete una cruz de madera. La cruz dicen los que saben que se extendió por occidente en la época de Constantino, el que venció  en la batalla del puente Milvius y que desde entonces,  fue el símbolo usado por los cristianos sin ningún reparo.

Según otros  fueron los visigodos los que tuvieron la costumbre de colocarla sobre los cerros, los promontorios y los lugares elevados para que irradiase su influencia por todos los contornos. La cruz – existe también la cruz de cada día – acompaña al hombre en su caminar. Para unos es un asidero; para otros, pues, eso, ya se sabe…
El humilladero que está en Flores es pequeño. La vista es esplendida. Un poco más bajo porque el terreno lo ha querido así, el convento. Es el convento de Flores, donde está la Virgen, donde cada día acude gente y se sienta en los bancos. Otra enciende una vela y le reza que es una manera de hablar con Ella.

El humilladero ve cómo pasa también otra gente por el borde del camino. Es gente que va de prisa. Algunos, llevan unos artilugios en los oídos. Se llaman auriculares. Sirven para escuchar música. Yo cuando, algunas veces, he andado por el mismo camino he preferido escuchar cómo silba el viento, cómo se escucha el cacareo de las gallinas, cómo ladran los perros.


El humilladero está, si se mira desde otra perspectiva, al pie de El Hacho y a la falda de un muro de piedra. No le demos más vueltas. Es pequeño. Tiene dentro una cruz de madera; una puerta que nunca está abierta, y un montón de recuerdos.



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