domingo, 7 de agosto de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La España desconocida: Arenillas quiere sobrevir


    

             Arenillas. (Soria)


7 de agosto, domingo. Lo publica el Heraldo de Aragón. Arenillas celebra la octava edición de Boina Fest, desde ayer, 6 de agosto. Doce horas de espectáculos, totalmente gratuitos, que esperan congregar a ochocientas personas en un pueblo que tiene medio centenar de vecinos. Desde hace cuarenta años luchan contra la despoblación. En el cartel anuncian a Wilbur, humorista y acróba, Funkuwis, a Combo Calada, a DJ Wilker., The Birra’s Terror, Filombó, Volumnia… Una lucha, a tumba abierta, para ofrecer algo distinto que acerque a la gente al pueblo.

Arenillas se enclava en el marquesado de Berlanga, en la altiplanicie soriana al sur de la provincia, casi en el límite con Guadalajara surcado por el río Talegones – lleva sus aguas al Duero – y rodeado por las sierras de Ayllón, sierra Gorda y sierra de las Cabras. En toda la comarca no se alcanzan los diez habitantes por kilómetro cuadrado.

Como una Fuenteovejuna del siglo XXI lucha por sobrevivir en la soledad de los campos castellanos. ¿Quién mató al comendador? Los pueblos abandonados de su propia gente, las casonas derruidas por el peso de los años, la lucha contra tanta adversidad - en enero pueden alcanzar los -4º-  a través del tiempo.

Muros de adobe y tejados pardos; tierras calmas y cereales tardíos; corrales derruidos y palomeras; codornices y palomas buscan los granos escapados de la cosechadora; de vez en cuando una chimenea humeante y un rebaño que pasa levanta polvo y apura los agostados rastrojos… Arenillas quiere ganar la penúltima batalla. De su medio centenar de vecinos, nueve son niños. Han ofrecido casa gratis a los inmigrantes que quieran asentarse en el pueblo… No ha sido fácil. Cruz Roja, incluso ha ayudado para atraer a posibles nuevos vecinos.

De su pasado histórico que fue espléndido, en Arenillas, solo quedan las ruinas de Termancia. Los arévacos, guerreros contra Roma, encontraron siglos después luchadores que no doblaron la cerviz ante la cruda realidad. “Vivimos de la agricultura, del ganado y de la explotación comunitaria de la destilería del espliego que revertimos en el pueblo”.

Al pueblo – carecen de muchas cosas – llegan los vendedores ambulantes. Dejan la mercancía y, luego, se marchan. Otros pueblos, por ejemplo, Cabrerizas lleva años abandonado. Cuando dentro de unos meses pasen los calores tórridos del verano, llegarán los fríos. ¿El festival será solo el recuerdo en una lucha sórdida por sobrevivir?

 

 



 

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