miércoles, 17 de agosto de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cierto olor raro

 



17 de agosto, miércoles. España en llamas; la Sierra de la Estrella en Portugal, también. Otras partes de Europa (Francia, Grecia…) tampoco se han escapado. Un verano, de terror. Las imágenes superan aquel infierno con el que nos asustaban de niños. Hay una pregunta en el aire. ¿Qué parte de España no se ha quemado?  A lo mejor sobran dedos en una mano para contarlas. Huele mal, muy mal.

Ayer, un tren en trayecto desde la zona levantina a Zaragoza se encaminó hacia lo boca del lobo. Iba a la zona que estaba ardiendo. Nadie pudo avisar a tiempo para detenerlo. La maquinista se percató hacia dónde caminaba e intentó volver atrás. Saltó el preludio de la tragedia porque la cosa pudo ser de aúpa.  Sigue oliendo mal.

Los embalses, vacíos. Se veía venir. La falta de agua, en una tierra donde no llueve, es lo que, lógicamente, tiene que llegar cuando se tira y se tira de los embalses sin que se repongan de manera natural, a modo de lluvia o con artilugios artificiales, vamos, eso que se llaman trasvases de cuencas o vasos comunicantes que, de un pantano a otro lleve agua al que no tiene, si al primero le sobra. Eso, también, huele mal.

El cieno que acaparan los pantanos en sus fondos se ha resquebrajado. Hay peces muertos, ausencia de vida. A lo mejor se podría haber mitigado un poco. Los que tienen que tomar decisiones o las posponen, esperando a no se sabe qué, o no las toman. Tampoco eso huele bien. ¿A qué no?

Hay una manera de fuego que no quema como el de las llamas. Es el fuego de una jeringuilla que inyecta sustancias químicas para subyugar a una mujer que solo pretendía la evasión, pero se tropieza con algún hijo de satanás que va con otras intenciones. Eso, apesta.

Hay algo más. Esos que van a la feria con una navaja en el bolsillo. En cierta ocasión, un muchacho me dijo que la Policía le había quitado la navaja. Le respondí que la feria, lo que hay que llevar en el bolsillo es una cartera bien llena de dinero sudado por uno mismo y, entonces, seguro que se mira cómo y en qué lo gasta. Me echó una ojeada como quien ve a un extraterrestre. La muerte en Íllora, o lo de Riogordo (un menor abusa de una niña de nueve años) de estos días, fétido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario