martes, 16 de agosto de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Atardecer de agosto

 

                      



16 de agosto, martes. Hemos pasado unos días de infierno. Los que saben dicen que los aires venían del desierto africano y traían el calor dentro. Mi vecino que sabe también lo suyo me dice que es viento terral, o sea, del noroeste de la península. La veleta no está quieta ni un momento y no deja de dar vueltas y apunta al noreste. Estoy hecho un lío, un verdadero lío porque no sé de dónde puñetas viene el viento.

Cuando el sol traspone por detrás de la sierra cientos de pajarillos acuden en busca de refugio en los cipreses que orillan la alberca.  La alberca tiene a su alrededor unos cipreses muy viejos con las copas muy tupidas. Los pajarillos madrugan mucho. Se levantan tan temprano que cuando los primeros rayos de sol apuntan por los Lagares ellos ya han levantado ancla y se las anda por el mar seco del campo. Buscan su alimento a modo de granos perdidos de las cosechas, de semillas de frutas…

Cuando llega la noche la cosa cambia. Su biorritmo les dice que viene la oscuridad y que es el momento de buscarse un lugar seguro. Ya se sabe por las noches se las anda otros bichos, algunos son bichos malos. Se amparan en la oscuridad y esos pájaros - de ojos redondos y grandes garras – saben a muchos sitios pero no se adentran en el entramado tupido de los cipreses de la alberca.

A medida que avanzan las sombras ellos acuden en multitud. Viene en tropel. De manera desordenada como salíamos cuando éramos niños de la escuela. Forman una algarabía ensordecedora y como niños traviesos, también,  se pelean entre ellos por no ceder lo que entienden que pueden ser la mejor rama, o la más segura o qué se yo…. Lo cierto es que es un espectáculo sonoro escucharlos como entre ellos compiten sin tregua hasta que se hace la oscuridad total.

Cuando ya es noche cerrada, la luna, que ha perdido el encanto de hace unas noches y ya está en menguante, se asoma por el camino y se deja entrever por encima de las últimas flores de la adelfa. La luna sigue despacio y no se para nunca , su camino y así cíclicamente. Hurga en los recuerdos que ella misma contribuyó a que anidasen en algunas almas… Ah, el jazmín huele que es un primor…

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