sábado, 13 de agosto de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. España desconocida: Santillana del Mar



         Santillana del Mar (Cantabria)

 

13 de agosto, sábado. La bajada desde el Puerto del Escudo es trepidante y vertiginosa. Primero, monte abajo; luego, siguiendo el curso del río Pas hasta llegar al valle casi en las cercanías del Cantábrico, el de las galernas de entonces. Ese…

Santillana del Mar tiene el sabor de los pueblos únicos. A esas horas de la tarde, cuando entre dos luces, la llovizna suave y fina cae sobre los campos, el pueblo muestra todo su encanto de siglos acumulado. Desde el interior de los establos sale un vaho caliente. Huele a heno, a yerba recién segada…

Prados, landas, escudos nobiliarios y casonas solariegas, calles de piedras. Surge desde el silencio. Ventanas floridas con geranios y begonias en los alféizares. En los dinteles de las puertas hortensias: azules, blancas, rosáceas dan una nota de colorido ante tanta sobriedad majestuosa.

Cuando se acerca la noche, Santillana es más íntima. A veces, también más impenetrable encerrada tras los enormes portones de madera. Ya no está el artesano que hacía abarcas en la esquina de la calle del Cantón ni se puede tomar el vaso de leche con bizcocho por cinco pesetas. El progreso prohibió la venta a granel de alimentos y han “cerrado” los talleres de cerámica y artesanía que abrieron en los bajos de algunas casas como reclamo de turistas. Tampoco cuelgan de las fachadas esas notas discordantes que venden como recuerdos a modo de camisetas y otras tonterías. Sobran algunos paneles que ofertan no sé que…

El silencio y la noche dan a Santillana un encanto especial cuando los ríos de gente variopinta han retornado a los hoteles de origen. Ando por la calle solo. Voy solo. Voy a ninguna parte. Ando despacio. Pienso en no sé qué. Llego a la puerta de la Colegiata (ya está cerrada, también).

En Santillana se superponen las viejas glorias arquitectónicas -torre del Merino, torre de los Borja o la Colegiata ¡qué belleza de románico! – al paisaje eternamente verde  y húmedo que hacen del entorno y la villa un conjunto perfecto, bellísimo. No lo hay en ningún otro lugar.

Cada vez que he vuelto a Santilla he encontrado un no sé qué perdido que parece que está esperando, que aguarda, que reclama al viajero para que regrese, y le pide que no tarde tanto porque siempre la tardanza, en según qué casos, es la mala.

 

1 comentario:

  1. Santillana en la memoria, qué regusto. Pero la Santillana que todavía no era un parque temático: portales de vaso de leche con dos dedos de nata, madreñas, paz sin tanto turismo... Qué hermosa, Santillana del Mar. Y si la andamos solos, mucho más hermosa, aunque no sepamos adónde vamos...

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