viernes, 12 de agosto de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los ojos de María.


                                


12 de agosto, viernes. Abro el libro, leo… Tengo la mala –  o buena costumbre – de comenzar siempre los libros por las solapas, por la contraportada, por el último párrafo de la última página. Me encuentro: “No es fácil porque esa aspiración exige atención y respuesta permanente, sin titubeos, ni desmayo, pero lo intento”. El autor acaba de confesarse públicamente…

En la página 23 (ahora sí lo hago como dicen que deben comenzarse las cosas, o sea por principio) hay una foto en blanco y negro. Es la foto de una mujer mayor. Pelo blanco, cara surcada por arrugas del tiempo, del sufrimiento, de quien anduvo su camino… Los ojos hablan, miran, dicen, ven… Lo ojos de María porque esa mujer se llama, aunque ya no está con nosotros, María, son unos ojos profundos, muy hondos como debió ser su alma y como ella transmitió…

Tengo en mis manos algo que no son memorias, pero sí lo son; algo que es una estela de vida, pero no lo es, porque este rebufo de olas no se sale de las páginas, sino que permanece ahí para quien quiera empaparse de ellas, con ellas, y volver sobre lo andado.

Ha publicado Salvador Pendón Muñoz una obra, La casa del Lugá. 434 páginas. Ediciones del Genal, 2022. Prosa ágil, letra  para los que ya tenemos unos años…Yo no sé si es un vademécum para conocer una vida llena, desde el niño de pueblo al hombre de primer orden en la política provincial durante muchos años. No sé si es un compendio de conocimientos del campo, del folclore, del flamenco, de la vida o de la antropología de un pueblo pequeño, blanco – nuestras historias pueden ser pequeñas para los demás, pero son muy grandes para nosotros –, con un cielo siempre azul y donde las brisas del mar doran la mejor uva del mundo, la moscatel de Alejandría.

El pueblo se llama El Borge. No está donde Cristo dio las tres voces. No, pero hay que ir. Yo fui un día buscando el Museo que Salvador le ha donado… (el Museo estaba cerrado; quedó en pie la vuelta que tengo que hacer) y supe que Dios sabe a todos los rincones y deja pinceladas de belleza.

Como muestra, parte del vocabulario: cachucho, coínes, vareta, albarradas, enramá, revisos, cernillao, vidueña, rubila… No tengo espacio. La mujer, María, fue la madre de Salvador. No la conocí, gracias, Señora.

 

 

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