viernes, 5 de agosto de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Puente Nuevo


                          

   

           Puente Nuevo. Ronda (Málaga)


 5 de agosto, viernes. La visita a la ciudad de Ronda tiene un punto inexcusable: el Puente sobre el Tajo. Tiene otras que pueden realizarse o no, en función del tiempo del que disponga el viajero y así se puede acercar a la balconada de la Alameda, a la Plaza de Toros, a callejear, a las iglesias de Santa María, del Espíritu Santo o a la calle de Vicente Espinel, o sea a la calle de la Bola…

El Tajo de Ronda es una escisión formada por la erosión del río Guadalevín que corre por su suelo. Divide en dos a la ciudad y la comunicación entre ambas se salva mediante el puente. Ya en el siglo XVI se vio la necesidad de su construcción.

En 1542 se platean los primeros inicios. Tuvo que pasar mucha agua por el río que unido al crecimiento de la ciudad hace que los vecinos vean como una gran necesidad su construcción.  No se hace hasta unos años después, en 1735. Logran un puente de 35 metros de diámetro y más de cien de altura. La mala ejecución lleva a la tragedia y su derrumbe, seis años después de terminado lleva a la tumba a cincuenta personas.

Se replantean un puente nuevo. Se le encarga a Martín de Aldehuela, turolense de Manzanera, en la sierra de Javalambre que hoy casi no supera los quinientos habitantes. Vino a Málaga, después de trabajar en la catedral de Cuenca, de la mano del obispo Molina Lario y donde dejó una obra muy importante en su tiempo, el acueducto de San Telmo.

El puente Nuevo es el monumento más emblemático de Ronda Lo construyó entre 1751 y 1793. Hasta 1839 fue el puente más alto del mundo. Otros puentes posteriores lo han dejado solo en un recuerdo de la estadística, pero no le ha quitado ni un ápice en su solidez y majestuosidad. En el centro del arco tiene unas dependencias que en un tiempo sirvieron de cárcel y entre su existencia, leyendas que le confieren aún más encanto y embrujo.

Desde sus barandas, a ambos lados, las vistas de la Serranía son excepcionales. Montañas azules, cielo limpio de nubes y un perderse la vista en la lejanía…Su belleza, única y su recuerdo va en la pupila, cuando no, dentro de las almas de los visitantes que se dejan atrapar por el pellizco de Ronda.

 

 

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