sábado, 12 de diciembre de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Chinitas

 

 

                                 


 

Recoge Federico García Lorca una letra del cancionero popular: “En el café de Chinitas dijo Paquiro a su hermano /soy más torero que tú…” Imposible que Paquiro dijese eso en el Chinitas. Paquiro muere después de una larga enfermedad, como consecuencia de una cornada propinada por el toro ‘Rumbón’, en Madrid en 1951… Todavía no existía el Chinitas.

El Chinitas no es ni café, ni taberna de vino peleón, ni café-teatro, ni lupanar, ni… Pero es que fue todo eso a la vez, y algo más. Muchas contradicciones y una sola realidad: un lugar de leyenda. El Café de Chintas nació en el solar (el derribo comienza en 1854) que había ocupado el convento de las Agustinas, entre lo que hoy en Málaga es la Plaza de la Constitución, calle Santa María, Nicasio Calle y calle Fresca…

Antonio María Álvarez, antiguo gobernador de Málaga, adquirió los terrenos. Pleitea con el Ayuntamiento, y entre otras ‘inversiones’ – puso una ‘industria para limpieza de botas’ similar a la que existía en otras capitales de España.. –  y creó un pequeño café por donde pasase lo mejor; íntimo, recoleto, para que apagase la mala fama de otros cafés cantantes de Málaga.

No solo lo consigue, sino que, además, los superó a todos. Allí se dan cita varias varillas del abanico. El escándalo, la sociedad casquivana e hipócrita de la ciudad de aquel tiempo, el señorito de dinero y el otro, la juerga, el juego, la faca larga y el amanecer…

Allí, precisamente allí, también,  actúa lo mejor, lo más sublime y lo más selecto del flamenco y del baile: Juan Breva o don Antonio Chacón, La Trini, Pastora y Tomás Pavón… La nómina es muy extensa. Actuar en el Chinitas era tarjeta de presentación, y si a eso se le agregaba, el haber triunfado, ya se paraba el sol.

En algunos momentos de su existencia – estuvo abierto poco más de ochenta años, entre los siglos XIX y XX, de 1854 y 1937 – llegó  a cerrarse, e incluso a cambiar el nombre por el de Salón Royal… Dicen algunos autores que junto al tablao, se sentaban las madres y las tías de las artistas para proteger a las ‘niñas’. Julián Sesmero contaba, que media botella de “machaco” tenía el precio de tres pesetas y que cuando se clausura en 1937 ya arrastraba una década de decadencia que anunciaba su fin. Sin embargo, la leyenda…


 

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