jueves, 24 de septiembre de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Señas

 

 

                                             


Tiene la gente del campo una manera especial de analizar la realidad de cada día. A veces, esa observación de cuanto le rodea, le hace tener una gramática parda o una filosofía que, en el fondo, es el amor a la sabiduría atesorada durante siglos y que pervive en ellos.

Son las “señas”. Es curioso ver cómo entre dos personas mayores, van desgranando una serie de comentarios donde aparecen las cosas más peregrinas, y en ocasiones, hasta pintorescas.

“Va a cambiar el tiempo. Se ha caído el hollín de humero y ha amanecido todo por el suelo”. A los pocos días, comenzaban a aparecer nubes por poniente y un chorreo de agua regaba el campo.

 “Antes de tres días, llueve. Han sonado los cañones de Rota…” La primera vez que lo escuché me quedé perplejo.  ¿Qué, pregunté? “¿Los cañones de Rota”. Unos zumbidos secos, lejanos, como si fuesen disparos de un cañón. Eso se ocurre, porque en las cavernas del Atlántico se estrella la marejada enfurecida…, y llega hasta aquí el estruendo”. No me sirvió de nada explicar lo imposible del hecho, y sobre todo, cuando a los pocos días, llovía…

Aparecieron sobre las cumbres de la Sierra de Mijas, unas nubecillas blancas. Al rato, el cielo seguía tan azul como un rato antes. Al poco, otra vez varias nubes se columbraban sobre la sierra y así una y  otra vez. “Antes de tres días, cambia el tiempo” ¿Y, eso pregunté? Ahí están las “gatitas de Mijas que lo anuncian”

 Escribía mi amigo Eugenio hace unos días: “Este año hay muchas avispas y eso es que va a llover bastante”. Cuenta, que se lo dijo un pastor de la Alpujarra. El hombre del campo no sabría probablemente de predicciones meteorológicas, pero sin lugar a dudas, sí sabía de insectos.

Si se revuelcan los gorriones en el polvo de camino, o si los pajarillos se bañan en los charcos. Si están muy florecidas las esparragueras en agosto. Si se suben muy pronto los gamones y las térmicas del verano bambolean las varitas de San José… A todo esto, y a muchas más, en el campo de Álora se le llaman “señas”. A veces, la sabiduría del pueblo se sale con las suyas.


 

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