miércoles, 16 de septiembre de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La mujer que tenía los ojos azules como el mar




Se acercaron hasta Ravello. Poco más de seis kilómetros. La carretera no desentonaba con el resto. Tortuosa, peligrosa. Muros de ‘piedra seca’ a ambos lados, bancales con vides…  Trascurrió primero junto a la orilla, luego ascendía separándose del mar poco a poco. A medida que subían, el Tirreno se veía profundo, extenso…

Llegaron hasta Villa Rufolo. Ella quedó deslumbrada ante la belleza de los jardines. Mosaicos perfectos ofrecían tanta variedad de colores, que no se sabía hacia donde prestar la atención. Los setos recortados, las empalizas simétricas. Todo era de una perfección, que casi evocaba a algo diseñado por los dioses.
Abajo, el mar azul, muy azul y profundo…

-         Como tus ojos, dijo él.

-         Es que tú los ves así, contestó ella…

 Miraban a la lejanía…

-         Bonito, ¿verdad?

-         Precioso…

-         Tú, más…

La brisa le acariciaba la cara y jugaba con sus cabellos…



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