lunes, 21 de octubre de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora.Cielo y nubes






Media tarde; me salgo al campo. Se columbran las nubes por el cielo azul. Vienen de algún sitio; van a alguna parte. Algodonosas, alargadas en las sombras cuando se expanden por el suelo. Apacibles como cuando carea el rebaño que no tiene prisa. Están suspendidas. Flotan en la quietud del aire. Se mecen en la luz de otoño ¿Luz de Dios?

En primer término, la frondosidad de la huerta. Está verde. El verdor mantenido con los riegos del verano. No pudieron con ella los rigores de la calor y enseña por dónde van los cursos de agua. Al otro lado del río: Virote, Panzaburra, Juan Rajao…

Hay una sucesión de lomas. Suben onduladamente.  Casi en la cumbre, dos pedanías, mejor una: Los Nogales; la otra, La Joya, se intuye, pero no se ve. Recortan el horizonte los picos de las Cuerdas, las Orejas de la Mula, El Torcal… Es la caliza que, en el horizonte, es el pilar del cielo.

Llevan miles de años regalando desdes sus cumbres las correntías que se bajan y forman cañadas y arroyos y les dan nombres propios: de las Piedras, del Búho, del Aljibe, del Espinazo del Perro, de Valsequillo…

Entre las Lomas y El Torcal, el Cerro de la Fiscala. Cambia la orografía del terreno. Lo que eran tierras arcillosas, ahora, alpujarrides. Vegetación de palmas y pamitos, esparragueras y matagallos, almordux que dan otro olor al campo…

Están esparcidas las casas como a voleo, como quien pinta la veza en las sementeras de otoño y, luego,  espera y espera porque dan otra tonalidad a todo cuando lo rodea en cuanto llegue – que este año se hace dura – la otoñada…

Me vienen a la mente los versos de Fray Luis de León. “Que descansado vida / los que apartados del mundanal ruido….” De vez en cuando pasan unos trenes rápidos. Llevan prisa. Unen Málaga y Madrid en casi dos horas y media; Zaragoza un poco más; a Barcelona, más tiempo. Esos trenes, por un momento, rompen la tranquilidad con un ruido ensordecedor.

A estas horas en que escribo las alondras, en las lomas de El Chopo, ya habrán buscado su terrón para pasar la noche. Casi seguro que también las perdices y las cogujales de vuelos acompasados y cortos… Mientras tanto siguen su camino las nubes por el cielo.




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