Se le atribuyen frases,
anécdotas, situaciones… Como todo en la vida, la mitad, de la mitad. Don Pío
era huraño, hosco, casi enemigo de las multitudes. Tenía pocos amigos pero
buenos; paseaba con unos cuantos. Lo que nadie duda es que es uno de los
grandes novelistas españoles.
Sus amigos íntimos, Azorín y
Maestu, “el grupo de los tres”. Con Valle-Inclán y Galdós paseaba por la calles
de Madrid. Los bautizaron como “desgaataceras”. Era muy urbano. Le atribuyen que solía presumir de no ir a ningún sitio
desde donde no pudiese regresar a su casa andando. No es del todo cierto. Cuentan,
también, que en una ocasión, Galdós, en su paseo rutinario, al meterse en un
descampado, le avisa: “Ten cuidado Pío, que eso es campo”.
Don Pío, vasco de nacimiento (Vera
de Bidasoa, 1872), vivió gran parte de su vida en Madrid. Médico de formación
pero no de vocación. Su profesión le acarrea los primeros problemas con ‘su’
sociedad. Se enfrenta con el alcalde, con el médico viejo de Cestona, donde
ejerció en el balneario, y con el cura porque los domingos trabajaba en el
jardín de su casa y no iba a misa…
En Madrid regenta con su
hermano Ricardo la panadería que les deja su tía. Don Pío era eminentemente
escritor y un ávido lector. Las horas muertas tras el mostrador las aprovechaba
para leer. Lee mucha filosofía alemana.
En la panadería conoce,
igualmente, a algunos de los personajes que, luego, lleva a sus novelas. En los
primeros tiempos no vende casi nada. Solo un ejemplar que compraba siempre el
pintor Regoyos. Rubén Darío pretende lanzarle una puya por el ‘oficio’ de
panadero y dice de él que es un escritor con ‘mucha miga’. Baroja no se corta.
Le responde: “Él es un escritor con mucha pluma, se nota que es indio”.
Mordaz: “Si la obra de los
hermanos Álvarez Quintero se tradujese al castellano…”; áspero: “Solo los tontos
tienen muchas amistades”; conocedor de la sociedad de los españoles de su
tiempo: “los que viven gracias a los que no saben. Estos últimos – continuó Pío
Baroja – se llaman a sí mismos políticos y a veces hasta intelectuales”.
Una foto recoge a don Pío que
paseaba por el Retiro. Las sombras de los árboles, en la neblina de un día
frío, alargadas y finas. La sombra de Baroja…
No hay comentarios:
Publicar un comentario