jueves, 10 de octubre de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Caquis







Las frutas se asocian con las estaciones. La almendra es de verano; la ciruela y la cereza,  de primavera; vienen las brevas cuando ya apunta a san Juan, y el calendario, anuncia que hay que dormir la siesta… El caqui es fruta de otoño. Madura, después de cogida. La recolección se hace cuando aún está verde.

Dicen los que saben que  en el siglo VIII se conocía en China – ¡ lo que los chinos no sepan…!- y que, luego, se extendió por todo el mundo. Su producción está dominada por israelitas – que a estos les pasa como a los chinos, lo que ellos no conozcan… - y que, además, han perfeccionado la variedad. Han sacado el ‘Sharoni’, con textura más endurecida. Aguanta mejor el transporte.

En Europa Eslovenia e Italia, los punteros. En España, en el Valle del Júcar y en la Cuenca del Segura. Ha desplazado el cultivo de la naranja. Ya se sabe, los tiempos adelantan que es una barbaridad. No lo digo yo, que también, sino que lo acuñó, por boca de don Hilarión, en la Verbena de la Paloma, Ricardo de la Vega; la música, del maestro Bretón.

A lo que iba. Cada mañana los mirlos se dan su festín. Buscan los más maduros, los picotean y pasan de uno a otro, floreando los mejores. No son los mirlos los únicos ‘visitantes’ al árbol -a los gorriones, les encanta - que por cierto, es de hoja caduca y tiene una madera de calidad excepcional, copa redondeada y bella.

Juan, “el Trueno”,  - Juan Ávila Ruiz - era un personaje peculiar. Vivió en los Aneales  hasta que la fortuna de la lotería pasó por su casa y se pudo comprar otra, lejos de los sustos del río. Más de una noche salieron por pies huyendo de la riada…

Juan, vendedor ambulante con una bestia, recorría el campo. “Hacía fotos de bodas, reportajes de comunión y fotos para carneses de medio cuerpo y de cuerpo entero”. Un año compró una partida de caquis en el Hoyo del Conde. Pregonó ante su clientela:

-         “Tomates de la India, traigo tomates de la India…”

Quince días después, vuelve. Una vecina le sale al encuentro:

-         Juan no traigas más esos tomates. A mi gente no le gusta ni fritos solos, ni con huevos, ni con morcilla, ni siquiera con un poquito de tocino…






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