jueves, 26 de octubre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Serón, entre los Filabres y el Almanzora


                            


26 de otubre, jueves. Teníamos cita, de madrugada, en el observatorio de Calar Alto. ¿A esas horas? Sí. ¿Qué se le puede perder a uno en medio de una sierra cuando la noche vira hacia el alba? Perder, muchas cosas; encontrar, algunas más. Un pinchazo inesperado y un rescate de la grúa cuando el frío arrecia. Eso es lo de menos. ¿Lo de menos? Sí. Lo demás, ver el mundo de las estrellas desde telescopios especiales y uno se pregunta. ¿Y todo eso para nosotros solos? ¡Es demasiado!

Mientras hacíamos hora cruzamos las cumbres de la Sierra de los Filabres. Bajamos hasta Serón en una de las laderas, en las terrazas que dan a la cuenca del Almanzora, la mayor de los ríos mediterráneos andaluces después del Guadalhorce.

Por esas tierras se las anduvo el hombre del Paleolítico. Después, romanos. Los nazaríes le dieron cuerpo y forma y un castillos y una agricultura en bancales y una ingeniería del agua (atanores, minas, aljibes)… y protagonismo en la guerra de Granada y en la de los moriscos. (Allí recibió un balazo en un brazo don Juan de Austria y herido de muerte don Luis de Quijada). Luego, los cristianos que  le hicieron una iglesia, en el XVII.

Todos deforestaron con avidez (carbón, obtención de madera para la Armada, usos industriales para betún y calafates…) Se salvó (me pregunto ¿cómo pudo salvarse la encina de la Peana, el mayor árbol de Andalucía por su envergadura y copa?).

Lo peor estaba por venir. La minería – extracción de mineral de hierro – esquilmó la sierra. ¿Qué recibió el pueblo? Un trabajo duro y un jornal como para no hacerse millonario. La riqueza se fue a empresas de ingleses, belgas y alemanes. El ferrocarril – también de ellos – se fue llevando la riqueza hasta que perdieron rentabilidad. Allí quedó una sierra desforestada y una población en regresión. (Serón en 1930 tenía casi diez mil habitantes; ahora, en torno a los dos mil.

No todo es malo. Tiene un paisaje excepcionalmente bello. La repoblación de la sierra la ha dotado de vegetación de pinos y ciervos y jabalíes y corzos y rapaces que vuelan un cielo limpio de nubes y calares que se cubre de nieve cuando arrecia el inverno.

La industria cárnica aprovecha el frío. Han conseguido un jamón con degustación diferente y embutidos que compiten con los de otras zonas para conquistar mercado; los precios no difieren en mucho…

Serón tiene calles estrechas, tortuosas; un dédalo que se entrecruza y uno se pierde, un río sin agua y un castillo con unas vistas excelentes.

 

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