domingo, 22 de octubre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Granada, tarde de otoño

 

 


                                    Granada, iglesia de San Gil y Santa Ana

 

22 de octubre, domingo. Hay días en los que a uno no se le ocurre nada y coge el coche y echa millas fuera. Loja – rosa entre espinas- se asienta entre el río la sierra. Esa que dicen que tiene tanta agua, que allí, se da gratis. La tierra a la que el refranero la trata de aquella manera y la del espadón. El espadón era Ramón Narváez, militar y político. Dominó – él y otros militares - la política española en un amplísimo período de tiempo.

- Mi general, le pregunta en el lecho de muerte, el cura que administra los últimos Sacramentos, ¿perdona a sus enemigos?

- No. (El cura, deduce que no lo ha entendido)

- Mi general, le digo, que si perdona a sus enemigos.

- No, responde, yo no tengo enemigos, los mandé fusilar a todos.

El sol dorado de la tarde arremolina nubes de algodón  sucio sobre la sierra de Parapanda. Llego; aparco donde siempre, en el cruce de Trajano, con Sócrates. Está abierta esa ‘gloria’ para el gourmet, El Jabugo, que regenta, en la esquina, Nicolas…

- Nicolás tiene usted la exquisitez de la gastronomía, de la filosofía  griega y del Imperio de Roma…

- ¿Ha visto? y, además, en Granada, me responde…

-Todo es posible en Granada, todo.

Deambulo, subo por Obispo Hurtado; luego, por calle Tablas; entro en la Plaza de la Trinidad. Gorjean los pájaros en el brocal de la fuente. Hay un zureo de palomas. Se deshojan, - sopla fuerte el viento - , los plátanos. El otoño pone fecha de caducidad.

Dicen que en el Alhambra construyeron la fuente de los Leones para realzar un jardín. Me pregunto para qué diseñarían la plaza de Bib-Rambla. Tengo a mano la respuesta, para dar entrada a la Alcaicería. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

Me pierdo, adrede, por ese intricado dédalo de calles con mucho turista y arte adulterado. De la Plaza de las Pasiegas viene olor a especies; de la de la Chancillería, historia de la Justicia; de San Gil y Santa Ana cambio de tiempos…

¿Y del Paseo de los Tristes?  ¿Qué emana el Paseo de los Tristes? Arriba, la Alhambra, soberbia, imponente, única; abajo, el Darro, y el “agua oculta que llora”. (Me acuerdo, también, de Giralda, la gran novela de Alfonso Grosso y de lo imposible que se nos pone la vida, a veces). Con razón, alguien cantó, “cuando te perdió el rey moro, Granada por ti lloró…”

 

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