lunes, 2 de octubre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ... Y ERA DE SEVILLA

 

 

 

                                          Columna Trajana. Roma.


2 de octubre, lunes. Bueno, exactamente de Sevilla no, del otro lado del río, de Itálica, donde Santiponce, cuando se pasa el soberbio monasterio de San Isidoro del Campo, de allí. Ahora, desde la autovía se ven las colinas algunos cipreses que apuntan al cielo. Si nos acercamos, las ruinas, asombran. ¡Qué debió ser aquello!

Marco Ulpio Trajano (Itálica, 18 de septiembre de 53-Selinus, c. 11 de agosto de 117).​​Trajano fue uno de los Emperadores más grandes de Roma, por las conquistas militares, porque llevó a efecto una política económica que benefició al pueblo, porque mejoró las infraestructuras y la administración y porque bajo su gobierno se vivió un período de prosperidad. Se le concedió el Optimus Princeps, o sea lo máximo.

Venía de lo que hoy se diría una familia ‘bien’. Su padre ocupó cargos de gran relevancia; él lo superó en todo. Con catorce años la familia marchó a Roma, obviamente, el niño, también.  Ya no jugaría más con otros niños en el cardo ni en el decumano ni vería los campos de las campiñas  de Itálica espolvoreadas de amapolas en primavera. Allí comenzó la carrera, primero militar; luego, política. Era el camino seguido por todos.

Caen Nerón, Vespasiano, Flavio y Domiciano. Comienza a brillar su estrella. Pretor, Cuestor, Tribuno y jefe de las Legiones. Participa en las campañas militares Hispania y de Germania Superior. Después amplia las fronteras del Imperio por el Este, incorpora la Dacia (el Himno Nacional de Rumanía lleva su nombre en la segunda estrofa); al otro lado del Mediterráneo, a sur de Palestina, vence e incorpora a las tierras del Imperio, las que poseían los nabateos. Sus triunfos en Roma se celebraban con fiestas.

Muchos días de bacanales. Los romanos – pan y espectáculos – eran unos maestros en el fomento de estas situaciones. Mientras el pueblo bebe, come y se divierte sin límites, no crea problemas.

Había que dejar constancia de todo lo que este hombre había hecho. Flavio comenzó el Coliseo; él, una columna en el Foro (a sus pies se depositaron sus cenizas) donde van a quedar impresas todas las gestas que hizo en vida. Dos mil años después muchos de los que se acercan a Roma visitan, como curiosidad monumental, columna Trajana…

Murió con sesenta y cuatro años, dicen que de apoplegía (coágulo que tapona un órgano), después de haber sido Emperador durante diecinueve años. Un personaje muy olvidado pero que entró en la Historia con nombre propio.

 

 

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