sábado, 27 de junio de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Olvido






El maestro Alcántara nos acuñó un manual de instrucciones para muchas cosas,  y lo dejó dicho: “lo mejor del recuerdo es el olvido”. Por otro lado, hemos escuchado muchas veces eso de “yo perdono, pero no olvido”.

Un lío, un verdadero lío. Mientras hay quienes quieren olvidar y no pueden, los hay quienes pueden y no quieren. Hace unos meses anduve por una de las ciudades con más encanto, con más embrujo, con más carisma de las que se pueden visitar: Sevilla. Me levanté temprano, me eché a la calle. En la esquina de Don Remondo con Cardenal Saénz Flores, un mosaico recuerda el asesinato de Jiménez Becerril y su mujer. Hay cosas de difícil olvido.

En otros lugares, por aquí también, hay quienes se empeñan en reescribir la historia, pero no con una reivindicación justa, objetiva y veraz de lo ocurrido, sino con un afán de revancha, de algo que puede casi rayar en el odio hacia figuras a las que se saca de contexto en el espacio y en el tiempo. Quieren ver lo de ayer con prisma de hoy. Casi un imposible. Estudiar la vida de un bereber del Sahara, o de un lapón, pero cambiados de sitio…, pues convendrán conmigo como que no, que por ahí, no arde el puro.

Hay otros olvidos más domésticos. Tienen su peligro. A los viejos, a algunos viejos, claro, se les ha dejado morir de mala manera. Las excusas más peregrinas han saltado a las páginas de la información. No se molesten en buscar un responsable. No existe, la culpa es del ‘otro’.

Hay más, ahora que el bicho, o sea, el virus anda suelto y campa por donde le viene en gana, nos consuelan diciendo que tiene menos virulencia y que pierde fuerza. Yo me pregunto pero ¿mata o viene a merendar y luego se va? No se ha conseguido todavía la vacuna, pero venden un fármaco que puede ayudar a la cura.

Algunos jóvenes, con ellos parece que no va la guerra, y otros que lo son menos, pasan olímpicamente de las medidas de protección. La mascarilla da calor. Claro, ninguno de estos sabe lo que es regar en medio de un maíz en verano, recoger almendras en agosto o manejar un martillo en el interior de una mina. A lo mejor, no habría que echar muy lejos el olvido…




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