viernes, 1 de mayo de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Jacques Laulheret




                                   



¿Dónde quedan las pequeñas cosas? ¿Tus gustos difíciles, tu eterna afición por las amapolas, tu álbum de flores secas, tu colección de coches de época? ¿Dónde quedan Jacques, aquellos crepúsculos de arreboles encendidos sobre el Monte Redondo que nosotros contemplábamos desde tu terraza, con el río olfateando azahares en tardes de primavera?

Pocos pueblos han tenido la suerte que nosotros tuvimos contigo. Has llevado Álora desde Seatle, en EE. UU. a  tu Pau, en el Bearn francés. En tus lienzos, iban la blancura de nuestras casas -porque tú eras y sigues siendo  de los nuestros- las buganvillas ahítas de color, los crepúsculos largos, la luz de tus paisajes de enorme ternura. Era la luz que buscabas para tus caserones antiguos, desvencijados, que luchaban contra el tiempo, para los tejados vencidos por las lluvias, para las pitas del camino, para las barcas varadas en las playas donde había florecillas violetas, amarilla, naranjas…

Una llamada de Rafael me avisaba. “Jacques quiere verte” y yo bajaba, y me sentaba junto ti  y con una sencillez enorme me decías: ‘es que voy a exponer y quiero que me hagas la literatura del catálogo’. Y me venía la duda ¿estaré a la altura? Y me dabas participación y me abrías una puerta enorme…
Me amparo en el recuerdo. Era mediados de agosto.  Tu primo  nos llevó una mañana a Lourdes, otro día, subimos al castillo de Enrique IV,  el que convincente de su fe, se cambió “porque París bien vale una misa”. Tiempos de guerras de religión entre hugonotes y católicos. Hablamos de educación comparada –de lo que tu primo sabía mucho- y nos fuimos a comer foi y magret a un restaurante precioso, coqueto, pequeñito, junto a la orilla del Gave. Aquella tarde hablamos mucho, mucho, de tu pintura, de las casas caídas en los campos andaluces, de las ermitas que habías recuperado para llevarlas al lienzo, de tu generosidad, para con tus amigos que se aceraban al “francés de los Callejones”…

Como otras veces, me refugio en la música amiga. Recuerdos. Más recuerdos. Noches largas, ya clausurada la  Semana de Cultura Andaluza, con Rodríguez Becerra y Pepe Rosas, ‘suelto’, como cuando él se encontraba a gusto. ‘Hugo’ ladraba a las sombras. Casi llegaba la mañana a tu ventana.  Ahora, otra mañana, la música de Grieg  - Peer Gynt-   deja notas de dulzura y nostalgia. Jacques, querido Jacques…






                                                                                                    














        


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