martes, 12 de mayo de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tierras Altas de Soria






Nos vamos, si te parece, por las Tierras Altas de Soria. ¿Te acuerdas hermano de aquella mañana que subíamos,  a contra mano del Cidacos, desde La Rioja hasta San Pedro Manrique…?

La mañana, en la umbría estaba para dar un susto. Pasado Yanguas, donde muestran aquel bodrio de dinosaurio como reclamo turístico, giramos a la izquierda. Ascendíamos por una carretera estrecha y con muchas curvas,  y de pronto, en el cuadro del coche se encendió esa estrellita que dice que puede haber hielo. El termómetro marcaba -2º… Era mediados de septiembre…

En San Pedro Manrique, en un bar, compramos unas barras de pan. Las había traído Carlos Sanz, el panadero de Almarza que reparte pan, huevos, leche, repostería y fruta por los pueblos de las Tierras Altas. Luego, fuimos a la plaza donde cada noche de San Juan caminan descalzos sobre las ascuas  y nos sentamos un rato en la escalinata de la Virgen de la Peña…

En El Collado, compramos como otras veces los embutidos. Pablo sigue tan locuaz. La palabra más larga que dice es: “Vale”, ahora parece que usa una nueva: “Bueno”. También, a veces, emplea: “sí”, “no”…

Te conté que la primera vez que anduve por Oncala – hace casi treinta años – Pedro, era el alcalde, y nos enseñó los tapices recién restaurados. Los tapices, regalo según me dijo de un arzobispo de Valencia, hijo del pueblo y poderoso señor en La Mesta. Los tapices son obra sobre cartones de Pedro Pablo Rubens, con las dos BB (Brabante y Bruselas), hechos por el tejedor Frans Van den Hecke (FVH), por encargo de la infanta Isabel Clara Eugenia…

También te dije que le pregunté por la campana, que según Avelino Hernández (¡qué delicia beber en sus fuentes¡) orientaba a los peregrinos perdidos en las noches de ventiscas…

-         Eso era antes, me dijo, cuando había nevadas y lobos, pero ahora…
Y nos fuimos a Espeta de San Juan. Una chimenea echaba humo. Estepa de San Juan, entonces tenía seis vecinos, y de allí a Castilfrío de la Sierra. No había nadie por la calle. En una puerta leímos en una cerámica: “Visita no anunciada, visita no deseada”. Tú y yo, sabíamos quién habita detrás de aquellos muros de piedra… Castilfrío, en aquel mes de septiembre, tenía 27 vecinos; ahora, no sé.

En Gallinero, nos paramos junto al pilar de la fuente….







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