martes, 19 de mayo de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La barca de los Callejones







Federico Alonso Pernía, escribió para Francisco Palacio Ortega, “El Pali”, unas sevillanas deliciosas, La Barca de Tomares. Al río por Tomares – por Coria y por la Puebla y por otros sitios, también – hay que hablarle de usted. Según el autor, el barquero aguardaba en La Ventilla a las mocitas (la letra dice que a los borrachos también, pero eso es menos poético). En el cruce hacia Triana, que está enfrente, cantaba por ‘Sevillanas’; en el camino inverso, o sea, para Tomares, por ‘Soleares’

El maestro Román, malagueño, y que murió en Madrid, escribió más de mil seiscientas canciones - entre ellas ¿será porque Málaga no tiene ríos? - para Marisol Reyes: Barquerito de Lora, “Barquerito de Lora, cariño mío /Se me pasan las horas cruzando el río…”

Cantillana, en la confluencia del Viar que viene de la Sierra de Tentudía en el sur de Extremadura con el Guadalquivir, tuvo un barquero famoso, Andrés Francisco López Jiménez. A éste – que yo sepa no le cantaron – pero pasó a la leyenda del bandolerismo con varios nombres, entre otros, el de “Curro Jiménez”. Problemas de injusticias a la muerte de su padre, que le dan el oficio de barquero a otro, mezclados con el amor de por medio. Leyenda, historia, un montón de muertes y un final trágico, fue su desenlace.

La barcaza que cruza de Coria del Río a Los Palacios, ha sido un alivio para los viajeros que van del Aljarafe a la orilla izquierda del Guadalquivir. Desde Dos Hermanas, Utrera o Los Palacios y Villafranca, en las horas punta tienen un respiro para salvar los atascos del Puente del Quinto Centenario.

Nosotros tenemos un río más modesto. Nuestra historia, también lo es. Una barcaza cruzaba el Guadalhorce entre lo que hoy conocemos como barriada de Bellavista y los Callejones de la Barca. La barca entraba en servicio en los meses de otoño e invierno, cuando las crecidas no permitían el paso. En los documentos recogidos por el Catastro del marqués de la Ensenada, el pago rural figura con el nombre “anorias del río acá”. Funcionó hasta principios del siglo XX. Hubo otra, aguas abajo que pasaba a los viajeros en las inmediaciones del cortijo de Villalón.




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