lunes, 4 de mayo de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Frasquito


      
                              



Era bajito, rechoncho, cargado de hombros, barrigón y muy cumplido. Vestía en invierno con una pelliza comprada en Casa Victorino – aunque la gente por aquello del habla andaluza, decía siempre ‘Vitorino’ – y pantalón de pana. En verano, blusa de tela. Se tocaba con un sombrero cordobés que se quitaba de manera reverencial cuando saludada a una señora…

En 1959, los Padres Jesuitas predicaron una Santa Misión. Se habilitaron varios lugares de asistencia a las conferencias, pero su mujer decidió que él, asistiría a las de la parroquia. Se encamina, cruza el cancel de la puerta de la calle de Atrás y de golpe se encuentra al sacerdote, que sentado en el confesonario espera clientela… Ni corto de perezoso,  según su modo de proceder, no podía pasar de largo…

-         ¿Qué, padre cura, andamos en la gariteja…?

En el mes de agosto Málaga celebraba su Feria anual. En los pueblos se le conocía como los ‘Festejos’. Acudía cada año, como buen ordoñista, a una corrida en la que formaba parte el maestro de Ronda. A veces componía cartel con Antonio Bienvenida, Julio Aparicio, Chicuelo, Jaime Ostos… La ganadería le importaba menos, aunque casi siempre eran reses de Alipio Pérez Tabernero, Atanasio Fernández, Samuel Flores… Pero quien no podía faltar, era Ordóñez.

Se tomó su tren mañanero. Se dio sus vueltas por la ciudad, se compró su décimo de lotería, y al mediodía se fue a comer a la Alegría, en una de las calles peatonales del Centro… Se sientan, le traen la carta y pide
-         “Serafines imperiales”, habas crudas y un poco de ‘sada’ con escamas.

-         Sí señor, asiente el camarero, etiquetado con chaqueta blanca, pantalón negro, corbata de palomita y buenos modales. Para sus adentros, piensa: para uno que sale fino, se pasa.

Le sirven el primero. Humea como solo suelen echar humo esos platos y en verano, más. Lo mira fijamente: “Estos, se dice, son unos ‘marmones’ como los que me hace a mí mi Catalina…

La corrida fue un desastre. Ni toreros, ni toros, el hombre toma de regreso el cortillo de las Once, que era el último tren de la noche. Llega casi de madrugada. A la mañana siguiente acude a la Fuentarriba. Toma café con los amigos…

-         Frasquito, porque se llamaba Frasquito, le preguntan: ¿cómo fue la cosa?
-         Buenas impresiones, buenas impresiones… Contestó.


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