miércoles, 13 de mayo de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Gigantes


                                                 


“Que no, mi señor, que son molinos de viento y no gigantes”. Más o menos ese era el mensaje que salía de la boca de Sancho Panza, el fiel escudero y futurible gobernador de la isla de Barataria, que Cervantes cuenta que le decía a Don Quijote, para que desistiese de acometer una aventura contra ellos.

Lo leo en El País. Salvador Pendón se hace eco de lo ocurrido.  De esto, Salvador sabe un rato, porque es su pueblo, o mejor, gente de su pueblo, quien protagoniza el hecho y porque durante sus mandatos  en la presidencia de la Diputación Provincial de Málaga, supo muy de cerca de los problemas del mundo cooperativo.

Una cooperativa de mujeres de El Borge (no llega a los mil habitantes) un pueblo blanco – todos los pueblos de allí, lo son – de la Axarquía, es decir las tierras que están al Este de Málaga, entre las sierras y la mar,  se ven derrotadas por la poderosa industria textil china. O sea, gigantes de verdad. No, no son molinos de viento.

Estas mujeres, hace unos años, como en tantos pueblos del interior, buscaron una salida a su situación laboral agrupándose en cooperativas textiles. Todas, unas tras otras, río abajo ante la desidia, trabas e incomprensión administrativa, el afán de ganar más por parte de unos que todo les parecía poco, y por la competencia donde el posible consumidor siempre optaba por lo más barato…

Agreguemos más o menos la formación en la nueva situación, inversiones, problemas financieros,  consecución de  mercados, intermediarios y si quieren la biblia en pasta, todos unidos enterraron ilusiones, salidas laborales de mucha gente que creía que otras formas eran posibles.

La situación sanitaria que atravesamos, es para sembrar muchas inquietudes, preocupaciones y preguntas con respuesta en el aire, la económica no va mucho más lejana. A quienes corresponda – ya se que si pensamos en algunos colectivos, pues va a ser como que no – ¡por los clavos de Cristo!  no permanezcáis impasibles ante todo esto. Estas mujeres, y otras de muchos pueblos perdidos en no se sabe dónde, esperan una brisa que impulse su vela para que el barco no se quede varado. ¿Los que consumimos? Tenemos mucho que decir. A ver si de una puñetera vez despertamos, leñe.





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