martes, 9 de julio de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. "...Y Sevilla"






Fuimos andando desde la Plaza del Salvador hasta la calle Albareda, esquina con Almirante Bonifaz.  Antes, un amigo que conoce como nadie su ciudad,  me había recomendado degustar la mejor ensaladilla de Sevilla. En la plaza, cercana a calle Córdoba. Es difícil coger sitio. Casi siempre está llena. Mi amigo me recomendó bien; muy bien. Lo que no me había dicho es que los precios…  

Habíamos quedado con unas amigas. Tenían hecha la reserva. En el centro de Sevilla si no vas con reserva hay lugares a los que mejor ni te acerques. Todo es un conglomerado de gente variopinta.  ¿De dónde salimos tanta gente?

La ciudad lo pide; la ciudad lo devuelve con creces y, entonces, uno, que siempre tiene el gusanillo de volver, se deja algo pendiente para la próxima vez que, aunque puede llegar pronto, luego parece que irremisiblemente llega muy tarde.

Unas cervezas, de esa que en Sevilla saben de manera diferente a otros sitios, vino de Jerez, cream para el arranque; luego, blancos de aquí al lado, del Aljarafe; después, riojanos de Haro donde dicen que conjuntamente con Elciego y Cenicero hacen los mejores tintos de la Rioja Alta (como si en la Rioja se hiciese mal vino en algún sitio).

Hablamos de todo. Cuando en una tertulia se está a gusto, la conversación fluye de manera más natural. No se fuerza nada, no se rebusca nada y la palabra es el hilo conductor como la corriente de agua del río que busca su lugar natural y cree que lo ha encontrado.

Los sueños en Sevilla, como las palomas del parque, parecen al alcance de la mano, pero si vas a alcanzarlos, se escapan…

La Giralda se asoma a la plaza de San Francisco. La Giralda es emblema y algo más. En una ocasión un amigo me preguntó si sabía por qué las mejores verónicas en el toreo las dan los toreros sevillanos. Pepe Luis, Paco Camino, Morante… las han aprendido de las revoleras que da la Giralda al viento... Me dejó sin resuello.

Las amigas nos llevaron a la terraza del Hotel Inglaterra. Le habla – si eso no fuese una herejía-   casi de tú a la Giralda. Sevilla es otra. La tarde se va. La noche llama con los nudillos en la ventana. Me vienen a la mente los versos de don Manual Machado: “… Y Sevilla”.


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