domingo, 7 de julio de 2019

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Memoria del niño aquel...








Mi abuelo tenía una yunta de mulos. Uno se llamaba ‘Pajarito’; el otro, ‘Romero’. Pajarito era de pelo tordo; Romero de ese color que no es castaño ni colorado pero tira a oscuro.  Pajarito era un mulo nervioso; Romero,que era más viejo, era un mulo tranquilo.

Cuando íbamos por agua a la fuente de la Zorra porque en casa de mis abuelos no había agua corriente, Paco, que era un hombre que trabajaba en la casa, y a quien yo quería mucho, aparejaba la yunta. A Pajarito le ponía el serón con cuatro cántaros; otras veces, las aguaderas. A Romero lo preparaba para los niños. Los niños éramos mi hermano y yo. Yo iba delante y llevaba el cabestro. 
En realidad no hacía falta porque siempre seguía al otro mulo, o sea a Pajarito.

Mi abuelo se llamaba Pepe – yo me llamo como él – pero todos los vecinos le llamaban Morales – como a mí me llaman los compañeros y quien me quiere mucho – y,  mi abuela, Ana.

Mi abuelo siempre iba vestido de negro. Mi abuela y mi madre, también. Desde que murió mi padre ellos nunca se vistieron más ‘de color’. Mi abuelo tenía una boina que se ponía en invierno. Cuando venía al pueblo, porque mis abuelos vivían en el campo, se ponía una ropa más nueva y para los entierros usaba un sombrero. Mi abuelo decía que lo importante era poder ponerse el sombrero porque el día que no…

Mi abuelo tenía una casa grande. La casa estaba – y está al borde de la vía del tren – junto al comienzo de una trinchera. Nosotros no podíamos pasar nunca al otro lado de la vía si no había una persona mayor que nos autorizara el tránsito. Tampoco podíamos ir a bañarnos solos a la nerisca de Lería en el remanso que hace el río frente a la huerta del ‘Beato’.

La casa tenía un corral.  En el corral había tres cuadras. En una estaba la yunta; en la otra, la yegua que usaba mi abuelo cuando venía al pueblo, iba de cacería o acudía a visitar a algún amigo y echaban la tarde y la velada de la noche o lo que encartase. En la otra cuadra se estabulaba la burra…

Otro día hablaré de la parra y de las noches de luna...


No hay comentarios:

Publicar un comentario