viernes, 3 de noviembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El puente de los alemanes


                         


Puente de los alemanes sobre el río Guadalmedina (Málaga)

 

3 de noviembre, viernes. En Málaga, dice el tópico, no hace frío y cuando le parece, en medio del invierno, se presentan un par de días que, según las malas lenguas, ‘hasta Dios tirita’. Como no tenemos calefacciones centrales y esas cosas de otros sitios donde el frío aprieta de verdad, pues eso…

En Málaga, no hace calor, y en lo más granado del verano el terral toma plaza. Se abren de golpe las puertas del infierno, ese que nos contaban que estaba debajo de la tierra. Y nos asustaban.  (El otro, está aquí. No hay más que ver un telediario…).

En Málaga, no llueve… Antiguamente las llamaban tormentas de verano; luego, gotas frías, y ahora DANA y, cuando se desatan,  las lían Río Grande y Fahala, pero el Guadalmedina y el Guadalhorce se han llevado siempre la palma en las crecidas. El arroyo Jaboneros, el de Totalán, el Jévar…. Tiene en sus orillas pliegos de desastres contabilizados.

En Málaga, no hay temporales, se comenta alegremente, y cada año, se presentan con ropaje de Levante. ¡El caos servido! Adiós arenas de la playa y chiringuitos y construcciones y todo aquello que se metió en las orillas a donde no había que llegar, pero esos son otros lópeces.

El 15 de diciembre de 1900 se arrancó  un temporal en el mar de Alborán. No se quedo quitecito, no. Se vino hasta la Bahía de Málaga con un oleaje que según se escribió en las crónicas de aquellos días era imponente.

La cosa no quedó ahí. Arreció, el día 16. Una flota alemana estaba en las proximidades de Málaga. La Comandancia de Marina aconsejó la entrada a puerto y el amarre. La máxima autoridad de la fragata “Gneisenau”, determino no entrar y aguatarlo fuera.

Todo fue tremendo. La fortaleza del viento, las olas y el mar de fondo rompieron los cabos de amarre de las anclas. El barco quedó a merced de la mar Los que intentaron, en botes, llegar a la playa, las olas los estrellaban contra las rocas…

Entre el pueblo de Málaga se corrió la noticia. Acudieron en su ayuda. Todo era sobrehumano y casi imposible. El número de muertos elevadísimo, entre ellos, doce malagueños.  A Málaga le valió el título de “Muy hospitalaria” para su escudo. Años después una riada se llevó los puentes del Guadalmedina. El gobierno alemán, en agradecimiento, donó un puente de hierro a la ciudad. Está frente a Santo Domingo Se conoce como  “El puente de los alemanes”.

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