viernes, 10 de noviembre de 2023

Una hoja del cuaderno de bitácora. La Sierra


                                  


 

10 de noviembre, viernes. El efecto foehn ha coronado de nubes toda la sierra del Valle. Me las ando con la identificación de la sierra, de los máximos puntos posibles. Es una labor absurda. Una amiga me dice que soy muy peligroso porque me gusta llegar hasta el fondo de las cosas. Es verdad. Entrar hasta lo más profundo, enigmático y prohibido del bosque es de lo más sublime que le puede ocurrir a uno.

Son cuatro sierras en una: la del Valle – por sus pies corre el camino asfaltado, tortuoso y estrecho – entre el pueblo y El Chorro. Según qué sitios recibe nombres distintos (el camino; la sierra, no): la Fresneda, los Colorados, la Parda, las Angosturas, Los Romerales o la Almona…

He preguntado por la sierra que se le sobrepone. Me han dado un nombre. La sierra de los Estudiantes. No me cuadra. El Valle se puede caracterizar por muchas cosas, pero... El Valle dio la figura del doctor Conejo Mir que escribió un libro delicioso sobre su pueblo. No creo que tenga nada que ver con el asunto. Paco González ha preguntado a su cuñado, senderista. Me dice: Los castillones; éste, sí puede ser.

Al fondo, la Capilla. Esta mañana estaba cubierta por las nubes. Las trae el viento cálido de la campiña del Guadalquivir por donde se han hartado de entrar borrascas. Vienen con humedad. No traspasan la sierra. Aquí, ni gota. (Hace unos días me llamó Fermín y me dicen que las orillas del Múrtiga, la otoñada les está siendo esplendida. Me alegro por ellos).

En la mediación, el Puerto de Flandes. Desde la Parda y hasta la fuente de la Viuda, el paisaje, de ensueño. De vez en cuando hay que volverse y mirar hacia atrás. Es algo que no se olvida. ¡Dios mío, que cosa más bella!

La Huma se corona con el pico más alto del macizo. Es, en su cumbre, redondeado, desde la lejanía. (Yo no he subido nunca; los que lo han hecho cuentan y no acaban) Dicen que es de una belleza sobria, asombrosa. Hay varios albercones con agua. Me planteo ¿Realmente las obras del AVE dejaron al Valle – no lo he dicho antes, Valle de Abdalajís – sin agua y la tienen que aportar con camiones cisternas? Me obligo a mí mismo a pensar bien.

A media mañana ha cambiado el aire. El cielo se empedrado de nubes de paso. No se detienen. Este año parece que las nubes y nosotros, como los malos vecinos, estamos de malas y no nos hablamos…

 

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