viernes, 17 de noviembre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Roma sigue sin pagar traidores


Guijo de Santa Bárbara. Monumento a Viriato

 

17 de noviembre, viernes. El Guijo de Santa Bárbara es el pueblo más alto de la comarca de La Vera (eso no se lo discute nadie) y donde dicen que tuvo su patria Viriato (eso de lo disputan muchos otros lugares). Una cueva  del Guijo lleva su nombre del caudillo.

Viriato, vetón, trajo en jaque al ejército de Roma. Ante la imposibilidad de vencerlo se recurrió a la traición de los suyos. Lo normal, entonces y ahora. Dice la leyenda que cuando fueron a cobrar la recompensa ofrecida se encontraron con la sentencia: “Roma no paga traidores”.

En el Guijo de Santa Barbara le han puesto un monumento. Recuerda su figura. Es un busto nuevo, digo lo de nuevo, porque en otras veces que anduve por allí aún no la habían puesto y digo yo que no habrá sido por falta de tiempo. Quizá la cosa vaya más por carencia de presupuesto…

Desde el Guijo se sube, por la Garganta de Jaranda, a las cumbres. El paisaje, bellísimo. La dificultad, depende del grado de la preparación física de quien emprende la hazaña. Si se cruza el Macizo, al otro lado, Tornacas y desde allí como quien no quiere la cosa se arranca Castilla.

En el Guijo hace tiempo que descubrieron mezclar los frutos de la tierra: higos, cerezas y  manzanas con orujos y aguardientes propios y obtienen unos licores exquisitos de esos que en los meses crudos del invierno cuando azotan las venticas y los leños arden en las chimeneas dan calor por dentro y hacen más llevadero lo extremado de las temperaturas.

Si se transita por sus calles uno tiene la sensación de caminar con sentido de culpabilidad porque puede romper el silencio y la intimidad de los pueblos.  No hay pajarillos. Algunas veces por el fondo de las calles entre una empalizada, se escabulle un gato. Son esos pueblos de sierra, rodeado de bosques de robles por los que se cuela el viento y donde la soledad hace compañía al cabrero que va siempre con un par de perros por aquello de lobos y alimañas.

Tienen, también, algo que es común en todos los pueblos que se asientan en las faldas de Gredos. Es el rumor del agua que cae y no se agota nunca por el caño de la fuente solitaria de la plaza, en el recodo de la calle o en el antiguo lavadero público a donde ya no va nadie…

 

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