domingo, 16 de octubre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Riojano (Una pastelería de película)

  

 

Pastelería El Riojano. Madrid


16 de octubre, domingo. A Madrid se iba – dicen - “a por atún y a ver al duque”. Y por supuesto, también, a otras cosas. Un alcalde de mi pueblo adujo tener que hacer unas gestiones en la capital para andarse unos días de asueto. A la vuelta, los vecinos le preguntaban cómo le había ido y él, muy atento, contestaba: “Buenas impresiones, buenas impresiones”

A Madrid la gente también iba a dar un tumbo a su fortuna. En la Villa y Corte se cocía – y se cuece -  todo lo bueno y todo… lo otro. El factor suerte siempre está en esos momentos en que de tenerlo a favor o en contra hace que barco llegue o no, a puerto.

Mi amigo Paco Sanz que me ha enseñado el Madrid de los Austrias como solo sabe hacerlo quien lo anduvo por sus calles desde niño, me ha mostrado rincones, perspectiva y lugares únicos. ¿Conoces El Riojano?, me preguntó un día, es de mi hermano, me dijo.

Me contó que un oriundo de La Rioja – esa tierra donde nacieron el castellano y el euskera en San Millán – Dámaso Maza, pastero de oficio, se vino a Madrid. Montó una pastelería en 1855 y ahí arrancó todo. La calidad de sus productos era tan grande que se convirtió en suministradora de la Casa Real – Palacio está un poco más allá, en la Plaza de Oriente, y ellos en la Calle Mayor, a pedir de mano de la Puerta del Sol – que valoraba sus exquisiteces. Isabel II y María Cristina, en ocasiones venían hasta la propia pastelería a degustarlas.

El Riojano tiene varias especialidades. Los golosos lo tenemos difícil, muy difícil por lo que hay que volver una y otra y otra vez y todas las que hagan falta. Las pastas son la estrella del obrador. Pueden, si quieren, darse un homenaje de torrijas o si desean esos otros dulces que llaman desde lejos…

La decoración, la original, el mármol de Carrara… Casi 170 años de vida… Conservan la balanza primera, la caja registradora del comienzo y el horno de leña ya en desuso. La ebanistería, de madera noble que vino de Cuba y trabajada por los artistas que trabajaron en Palacio…

Además de las reinas… Don Jacinto Benavente era asiduo. Dejó dicho: “La gente a la que no le gusta el dulce no es de fiar”. Pues, eso.

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