sábado, 15 de octubre de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. España desconocida: El Deva en otoño

 

 

 

                Valle de Liébana. Cantabria. Otoño

         

15 de octubre, sábado. El viajero desde San Vicente de la Barquera fue, por Unquera, al Desfiladero de la Hermida y luego subió y subió. Pasó por Panes. Buscó alojamiento y no encontró. Llegó a Potes sin reserva de cama y con noche cerrada. En el agobio de la noche encima se adentró en La Soldrería y preguntó:

-         Señora, ¿dónde puedo dormir esta noche?

-         En Potes, contestó una mujer madura desde detrás del mostrador, sin reserva, imposible, está todo lleno, como no sea en el Puerto de San Glorio…

Entonces pregunto por la distancia y le contestó que a unos treinta kilómetros…

-         Bueno, eso dijo él, para lo que traigo encima…

-         ¿De dónde viene?

-         Esta mañana, salí de un hostal de carretera de Priego de Cuenca, y por Burgos y el Escudo, a Torrelavega y….

La mujer interrumpió.

-         ¿Cómo? Siendo así, usted no se va de aquí… ¡Calle, hombre, calle!

Cogió el teléfono y llamó a una, y a otra, y a varias casas que admitían huéspedes para una noche…

A la mañana siguiente, el viajero sintió el viento frío de otoño al abrir la ventana y vio recortados entre la bruma los Picos de Europa.  La niebla se levantaba lentamente. Los árboles – algunos ya sin hojas – eran esqueletos inmóviles. Se escuchaban sonidos de latón en los cencerros de las vacas…

Dedicó el día a andar por el pueblo como quien no va a ninguna parte, pero no se deja ningún rincón sin escudriñar. Tomó algo a media mañana, y luego fue a comer, donde La Taberna en la Plaza y pidió una tabla de quesos y un vino y algo de sopa – el cocido liebanés- lo aplazó para el día siguiente. Lo tomaría, como otras veces, en el Hostal del Oso en Cosgaya, junto al Deva, recomendado por su amigo Paco Galdeano-  y un orujo.

Se sentó en una mesa cercana al rincón del fondo. Despejada la modorra de la siesta echó un vistazo a los apuntes y luego leyó en la guía que llevaba: “Yo, Garci González de Orejón con el cuchillo de mi enemigo al cuello dicto este testamento (…) como dote a mi hija para que entre monja y no acabe en puta como su madre”. En Lama tuvo lugar una batalla entre Comuneros y partidarios de Carlos V. Orejón era jefe Comunero y murió decapitado por traición de su hijo…

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