lunes, 9 de mayo de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mayo verde

 

 

        Al sur de El Torcal...

 

9 de mayo, lunes. Estos últimos días ha hecho calor, mucho calor, pero refresca por las madrugadas y hace que las noches sean placenteras y dulces. Al caer la tarde, antes que el sol desaparezca por el horizonte, el bochorno de la tierra cede y una leve brisa hace agradable, muy agradable, esas horas en las que el día se va y pone fin a la luz.

Voy a más. El campo aún no ha perdido la intensidad del verde que ha crecido sin límites entre marzo y abril y ofrece pinceladas prietas del impresionismo. Si el verde que ha captado Felipe Aranda en la vertiente sur del Torcal, entre Villanueva de la Concepción y La Joya, se tornase en azules, entonces diríamos que es un cuadro de Monet….

Desde la orilla del camino se ve – no lo recoge la foto – cerrando el cielo, la mole rocosa de la caliza kárstica de El Torcal; abajo, en los bordes de los caminos,  unos olivos prietos, alcauciles nuevos, hinojos, tagarninas subidas entre lomas espolvoreadas de amapolas y florecillas lilas, hay una casa deshabitada.

Uno tiene necesariamente que preguntarse por la gente que vivió allí. ¿Qué fue de ella? ¿A qué pozo se acercarían por agua de cada día? ¿En qué regato que bajaba de la sierra camino del arroyo lavarían las mujeres la ropa? ¿Adónde se fueron a vivir algún día perdido del calendario? Me acuerdo de aquella canción de Emilio José: ¿Con qué te lavas la cara…? Y la respuesta, única: “Me lavo con agua clara y Dios pone lo demás”.

Las montañas cercanas y las que están más al fondo o sea el Cerro de la Fiscala, Pozo Viejo, Alhaja Prieta… forman una enorme concavidad. Por su fondo corren dos arroyos; mejor, tres: el Jévar, el del Aljibe y el arroyo del Espinazo del Perro. Después de andar sus tretas, volteando piedras y lodos y acohorrar los secanos, todos terminan en el Guadalhorce. Se cumple lo del pez grande se come al chico…

Todo está vigoroso. El campo tiene la bendición de Dios que le envió agua aún a tiempo y sol y brisa para peinar los trigos encañados que espiguean y las cebadas tempranas y los garbanzales ahítos de salitre y cascabullos, y los habares y... El paisaje hace que uno piense en Monet y en Benjamín Palencia y, por supuesto, en ese otro Pintor de Pintores. ¿A qué sí?

 

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