jueves, 26 de mayo de 2022

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Desorientados

 

                         


26 de mayo, jueves. Día luminoso de finales de mayo. Se columbran las nubes por un cielo azul. Van de paso. Casi todo hoy va de paso. Echo mano al azar una vez más, al maestro Alcántara. Abro Mar de fondo. Poesía Reunida.  Leo: “Pasan gentes distintas por la calle / cada uno va lo suyo que es la nada. Pasan antepasados”.

Las noticias en los titulares de las emisoras de radio y de los periódicos, causan escalofrío; las imágenes de la televisión lo corroboran. Gente impotente llora ante la tragedia. Es rabia, es indignación. Es el reflejo de una sociedad hipócrita que, a mucho tirar, en un par de días habrá olvidado la tragedia originada por un muchacho que no tenía edad ni para estar loco, pero lo estaba.

Un poco más allá, desde ese lado por donde viene el sol cada mañana, ha saltado otra noticia que hiela el alma. La familia – me pregunto si se puede llamar familia a esa jauría – han matado a dos criaturas por negarse a admitir que viven en la Edad Media. En las costumbres, en la Ley, - o la sin ley, que puede cuadrarles mejor – en el fanatismo cruel… Dos chicas asesinadas por negarse a aceptar un casamiento impuesto…¡Qué horror!

Hay otro horror, pero como viene por goteo, parece que es menos malo, o pasa más desapercibido.  Desde hace unos días, es raro el telediario donde no se informa que han matado a una mujer. Comunidad Valenciana, Andalucía… Que yo sepa ninguna de las dos están en el Tercer Mundo (Texas, tampoco). Ni Montemayor ni Arjona están perdidos en el mapa… A los que habría que perder del mapa por una temporada larga, larga, muy larga – perdonen, hay muchas cosas que uno no entiende – y que se mueran en la cárcel cuando Dios quiera llevárselos, pero que no salgan más, que no, que no…

En este mundo que tenemos al alance de la mano, nos sobran muchas cosas. Nos hemos empachado de felicidad de oropel y está falto de alegría. Es gente triste que canta en su indiferencia, que carece de lo principal, darle sentido a su vida. ¿Qué hacemos mal? ¿Qué hemos hecho mal? ¿Dónde está la solución? ¿Dios ya no está de moda y le hemos vuelto la espalda a Él y a nosotros?  Releo los versos del maestro. Pasan por la calle, van a lo suyo… La conclusión final aterra: “pasan antepasados” o sea, pasan muertos en vida.

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